Simplemente, una madre

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17 enero 2014

A los que escribimos ar-tículos regularmente en los diarios nos pasan a veces cosas así. Tenemos el artículo listo, sólo falta dar el clic para enviarlo a la Redacción, y de pronto ocurre algo, un hecho especial, que nos hace cambiar de idea, y cambiar de artículo.

Eso precisamente me ocurrió hoy. Me dirigía esta tarde a mi oficina, cambiando estaciones de radio para escuchar música, cuando por casualidad escuche una entrevista. Lo de casualidad lo digo como mero recurso descriptivo. Ya a estas alturas de mi vida no creo en casualidades. Todo tiene un fin, y esa falta de creencia en las casualidades fue lo que me impulsó a escribir esto.

Se trataba de una entrevista a la madre de Roberto Palma, un joven de 15 años que está ingresado en la Unidad de Oncología del Hospital Bloom. Roberto tiene un cáncer en el hígado y ya fue sometido a cirugía y quimioterapia. El hígado es un órgano con una gran capacidad regenerativa y se puede extirpar gran cantidad de él. Se hizo la resección pero el tejido nuevo que va creciendo también tiene cáncer. La única forma de salvarle la vida es un trasplante hepático, que no se hace en El Salvador y que cuesta un cuarto de millón de dólares.

A pesar de que la empresa parece imposible, la madre está intentando conseguir el dinero. Con todo el trabajo que implica y con el dolor de apartarse de su hijo para hablar con quien tenga que hablar y tocar las puertas que tenga que tocar, ha motivado una campaña de recolección de fondos. Es una madre y muchas madres harían lo mismo.

Su testimonio fue conmovedor, especialmente porque su vida hasta hace poco tiempo fue el de una mujer normal, con las preocupaciones y las alegrías usuales, a quien de pronto le cae un rayo. En cierta parte dijo que ella, como muchos salvadoreños, pasaba por el Bloom sin poner demasiada atención, viéndolo como parte del paisaje. "Quien iba a creer", dijo, "que ese hospital iba a convertirse en mi segunda casa". Refirió que su hijo era futbolista, entusiasta escolar y asiduo asistente a su iglesia. Extraña a sus amigos y sus actividades. "A pesar de tener quince años en muchas cosas todavía piensa como niño", dijo. ¿Quién de nosotros, con hijos de edad similar, no piensa a veces lo mismo? Continuó: "Roberto está cansado de los tratamientos, no puede levantarse, él dice que está preparado, que lo deje ir con Dios, pero yo le pido que aguante un poquito más". Al final de la entrevista le mandó un mensaje a su hijo en el hospital, uno de esperanza que en resumen le decía que su madre iba a ser todo lo que estuviera en sus manos para salvarlo. Después de haber estado hablando con increíble entereza su voz se quebró y lloró, creo que al igual que muchos, incluido el entrevistador, que escuchábamos conmovidos.

Y así están las cosas. Hay un niño y una madre que necesitan ayuda. Sabemos que hay muchos niños en similares condiciones, pero este es un caso concreto con una solicitud concreta. Pongámonos en el lugar de la madre ¿Qué haríamos nosotros? Pongamos a nuestros hijos en la cama que ocupa Roberto. Hay una cuenta abierta en el Citi, en la que podemos demostrar que esto nos importa. Para nosotros mañana será un día normal, para esta madre no.

*Médico psiquiatra.

Columnista de El Diario de Hoy.