Los apellidos Calvo, Letona, García Prieto, Scafinni o Canessa, por mencionar algunos, tienen ya una historia íntimamente ligada al cementerio de San Miguel, sitio que desde hace 157 años alberga los mausoleos, que además de representar la riqueza histórica para la ciudad, dan muestra del empeño, dinero y arte que se invertía en las tumbas de quienes en ellos descansan.
Para el caso, las familias Calvo y Canessa, cuyas tumbas ya presentan deterioro por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento, pagaron hasta 30 mil dólares a reconocidos escultores de la época para hacer prevalecer el recuerdo de sus ilustres difuntos, según relataba el historiador migueleño, Sarbelio Campos, de grata recordación.
Las tumbas de esas familias datan de los años 1913, en el caso de los Canesa y 1886 para los Calvo.
El historiador Campos aseguraba que esas piezas tiene un verdadero arte sacro, son hechas de mármol y fueron traídas de Europa.
A eso se sumaban los costos de embarcación desde Italia al puerto de Acajutla.
Entre los ilustres están el ex presidente de la República, Joaquín Eufrásio Guzmán (1797-1875), quien gobernó la nación de 1845 a 1846.
Pese a lo que la historia dice, a lo invaluable de las esculturas y a la riqueza que estas encierran, el interés por mantener esas estructuras en buen estado es nulo.
Incluso, en 2013, la municipalidad abrió decenas de nichos aéreos, que datan de finales del siglo 17, muchas piezas de mármol fueron hurtadas y desde ese entonces la Secretaría de la Cultura optó por declarar patrimonio cultural los pasajes B y C del referido camposanto, donde yacen las antiguas tumbas.
El argumento en aquel momento fue que algunos comenzaban a abrirse por el deterioro y que con la acción trataban de evitar hechos vandálicos.
Esos nichos que dañó la administración cuando la comuna era administrada por Wilfredo Salgado, eran testimonio de la historia migueleña, por ello la Secretaría de la Cultura interpuso una demanda en contra de la comuna por el daño causado al patrimonio en ambos pasajes del cementerio, proceso que aún está abierto.
“El caso fue abierto en 2013, y enviamos en enero de 2015 la última notificación a la comuna, que de hecho tenía en su poder algunas piezas de mármol que fueron removidas de los nichos antiguos”, señaló Nolvia Ventura, jefa del departamento de inspecciones y licencias de bienes culturales inmuebles de la Secretaría de la Cultura.
A pesar del valor histórico y la protección que la Secretaría de la Cultura brinda al inmueble, esta institución no puede hacer nada por restaurarlas, pues aseguran que su competencia es hacer que los inmuebles sean conservados.
Ventura fue clara al establecer que “a nosotros no nos corresponden, porque no somos los propietarios del inmueble, sino que le compete a la municipalidad por ser los administrador de este bien”.
Explicó que es la misma municipalidad la que debe invertir en garantizar que las medidas de protección que estableció la Secretaría de la Cultura al denominarlo patrimonio cultura se respeten protegiendo y dando restauración y mantenimiento al inmueble.
Miguel Pereira alcalde de la ciudad dijo que ellos han realizado algunas obras mínimas en el cementerio, pero que no pueden tocar algunas de las tumbas que ahora están en manos de personas particulares.