El desafío

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30 enero 2014

El próximo domingo, la ciudadanía de El Salvador acudirá a las urnas para elegir al Presidente y al vicepresidente del próximo quinquenio.

Llegar --¡al fin!-- a esa fecha, ha significado el recorrido de un largo camino poblado de argucias, malas artes, ardides y artimañas de tal magnitud que hacen palidecer la larga y penosa historia del ejercicio del sufragio en nuestro país. He aquí su último vía crucis: 1) En abierta transgresión a los artículos 81 de la Constitución y 172 del Código Electoral, según los cuales "la propaganda electoral sólo se permitirá, aún sin previa convocatoria, cuatro meses antes de la fecha establecida por la ley para la elección de Presidente y vicepresidente de la República", la última campaña electoral ha durado más de dos años, a ciencia y paciencia del Tribunal Supremo Electoral, cuya integración es tan cuestionada. 2) Abortado el decreto legislativo número 412, que imponía una férrea censura a la propaganda, el Tribunal Supremo Electoral asumió esa inmoble función de manera claramente sesgada, y dejó al cuerpo electoral sin posibilidad de conocer las luces o las sombras, los méritos o las atrocidades de los candidatos, información indispensable para una acertada elección. 3) En cambio, toleró y estimuló la desenfrenada participación del Presidente de la República, la cual está prohibida expresamente por los artículos 168 N° 3, y 218 de la Constitución. 4) El Presidente de la República, de manera arbitraria, emitió el Decreto Ejecutivo N° 181 de fecha veinte de noviembre del dos mil trece, que facultaba a los funcionarios públicos a participar abiertamente en la campaña electoral a favor del Partido de Gobierno. La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, haciendo honor a su luminosa trayectoria, frenó semejante abuso al admitir la demanda de inconstitucionalidad presentada por cuatro ciudadanos, y suspendió de inmediato los efectos del mencionado decreto. Desafortunadamente, bajo el principio "más vale pagar la multa que pedir permiso", los funcionarios públicos ya habían hecho su "trabajo", pues la demanda fue interpuesta demasiado tarde, y, por si fuera poco, ellos, siguieron actuando en abierta desobediencia a la terminante orden constitucional. 5) Por ignorancia o intencionalmente, el Presidente de la República, conociendo las falencias del candidato del Partido de Gobierno, asumió personalmente el peso de la campaña electoral, y lo hizo no sólo violando las disposiciones constitucionales mencionadas sino en forma violenta, difamatoria e injuriosa, traspasando los límites del Código Penal. En esta campaña, su señora esposa no se quedó atrás, con menos acritud si bien con marcado acento extranjero. 6) La cantidad de regalos, beneficios y ofrecimientos distribuidos por el tridente ofensivo integrado por el gobierno, el partido oficial y la sociedad ALBA Petróleos ("en vaca"), en ejercicio del más impuro clientelismo, configuró la más fuerte invasión foránea que ha sufrido nuestra república a lo largo de su vida independiente; y con sus dádivas, atentó contra el artículo 75 de la Constitución, que prohíbe "comprar o vender votos en las elecciones". 7) El abuso de las cadenas radiales y televisivas para que el Presidente desahogara su incontenible ira, colmó la torturada paciencia de la ciudadanía. 8) La información sobre lugares y forma de votación ha sido sumamente precaria, propiciando el alejamiento de las urnas de los electores que no forman parte del voto duro y disciplinado del partido de gobierno. 9) Noticias alarmantes de última hora, señalan que clicas de mareros están amenazando a quienes no voten por el partido oficial. 10) El transfuguismo en el Tribunal Supremo electoral, no abona para nada la imparcialidad de sus actuaciones.

Hemos mencionado algunas de las maniobras tendientes a la imposición del partido de gobierno. Falta ahora estar pendientes de las maniobras de última hora tendientes al fraude pues dicho partido, igual que en Nicaragua, actúa bajo la consigna "lo conquistado no se entrega". En este tipo de maniobras es experto el Partido de Conciliación Nacional (PCN), hoy adláter del partido oficial, que puede mutar los célebres tamales de papeletas en otras formas de prestidigitación menos rudimentarias y más tecnológicas.

Sin embargo, y por fortuna, está de por medio la inteligencia y el valor del pueblo salvadoreño que ha sufrido a lo largo de la historia todas las formas de imposición y fraude y que, con la experiencia adquirida, en esta ocasión está dispuesto a defender su voto.

En silencio, sin estridencias, pero con valor y determinación, mientras la Fiscalía General de la República hace su trabajo, con todo rigor, en los presuntos casos de corrupción del Presidente Funes y del ex presidente Flores, el electorado enfrentará, como David con su honda al gigante de tres cabezas Goliat, y lo derribará con su voto. Estamos seguros de que, oyendo la voz de la razón, todos y cada uno de los ciudadanos conscientes de El Salvador, en respuesta a la sevicia oficial, depositarán su voto en favor de la democracia y el Estado de Derecho, organización social justa y enérgica que no tolerará la impunidad de los funcionarios ni la tregua con los delincuentes.

*Doctor en Derecho.