Formación agropecuaria y protección ambiental deben caminar unidas

Educar en el bachillerato agropecuario incluye ampliar  aspiraciones académicas y estimular a compartir lo aprendido.

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15 August 2016

Un puente para lograr el éxito de generaciones de jóvenes, que desde hace 30 años se han graduado . Ese ha sido el principio por el que ha desarrollado su labor el Instituto San Andrés, en su especialidad de bachillerato agrícola.

Una de las principales herramientas ha sido canalizar becas en instituciones de alto prestigio internacional. Han sido más de mil a la fecha, lo que ha permitido que jóvenes con mérito por su esfuerzo en el estudio y espíritu de superación, y de limitada capacidad económica, logren formación académica profesional

La totalidad de becados se encuentra como elementos del engranaje productivo a nivel nacional e internacional.


Divulgación y apoyo

El Instituto San Andrés propició la creación del vivero con el mismo nombre, enfocado en rescatar especies vegetales en extinción, promover las variedades autóctonas, produciendo estas y otras especies que se han adaptado a nuestra flora, tanto para la venta como para donaciones a proyectos de reforestación a nivel nacional.

Se han donado más de medio millón de plantas entre forestales, frutales y ornamentales. 

El 30 de Julio de 1988 se hizo la primera donación de plantas con 100,000 ejemplares, actividad que motivó a alumnos, docentes, padres de familia y personal administrativo del Instituto San Andrés,  a involucrarse en la reproducción y divulgación. 

Así, estas empresas hermanas se convirtieron en centro de referencia de otros viveros, brindando asesoría gratuita al que lo solicite y manteniendo una divulgación continua.

Estas acciones motivaron a organismos nacionales e internacionales a interesarse en la institución y trabajar en conjunto, logrando proyectos con fundaciones, empresas privadas, embajadas, así como diferentes actores de la sociedad.

En una época de mínimas oportunidades para los jóvenes salvadoreños, el Instituto San Andrés se convirtió en una vía de esperanza y puente para la superación de quienes tienen aspiraciones de terminar sus estudios.

Aún hay pocas oportunidades para los jóvenes, especialmente quienes provienen de familias pobres, por lo que se vuelve oportuno retomar esa inquietud para apoyar a estos adolescentes.

 El centro de estudios mantiene como centro de su visión, misión y estrategia, atender tres grandes problemas que enfrenta la humanidad, resumiéndose en la seguridad alimentaria, la conservación ecológica y la formación de capital humano capacitado, sabiendo que “el mejor amigo del hombre después de Dios, es su propia capacidad”.

Los alumnos conocen las bondades de cada especie vegetal, las divulgan y aplican en proyectos de siembra o reforestación, con lo que se logra recuperar terrenos y educar a comunidades sobre la importancia de cultivar.

Igual hacen con el establecimiento de granjas de especies menores como conejos, cerdos y otros.

Es importante la relación de estudiantes con las comunidades, ya que se convierten en multiplicadores de conocimientos que permiten a terceros, mejorar sus condiciones de vida al establecer diferentes cultivos o crianzas. A la vez reducen el impacto del cambio climático.

 Si la agricultura es una ciencia, un arte y una forma valorizante, no es inferior a otras ramas de formación de capital humano, siendo claros ejemplos las sociedades de Israel y Taiwán, que salieron adelante , apoyándose en la educación agrícola.