A los siete años Ramón Quesada observó su primer cateterismo cardíaco, enamorándose desde ese momento de la precisión y energía que solo podía encontrarse en una cirugía cardiovascular.
Ya lleva más de 36 años de experiencia como cardiólogo intervencionista, pero la impresión que le dejó ese primer procedimiento se ha quedado atada a la pasión por su labor.
El recuerdo hace que se le humedezcan los ojos. Al ser hijo de un cardiólogo, su necesidad de entregarse a la medicina y no dejar de avanzar en sus conocimientos lo acompañan desde niño.
Recientemente, la labor del cardiólogo salvadoreño dio paso a un valioso avance en el tratamiento de la enfermedad de las arterias coronarias.
Quesada es el director médico de Cardiología Intervencionista e Investigación Cardíaca del Baptist Hospital, en Florida, Estados Unidos, y fue el investigador principal de los ensayos clínicos para el desarrollo del primer stent cardíaco “absorbible”.
Quesada se graduó de Medicina en El Salvador en 1980, y siguió su preparación en prestigiosos hospitales en Miami.
Cuando aún era estudiante de Medicina asistía a todos los congresos en los que pudiera participar para aprender sobre los nuevos avances y procedimientos en los que trabajaban médicos de otros países.
“Tuve la suerte de empezar en un tiempo que todo estaba cambiando y hacer lo que quería hacer que era medicina académica”, dijo.
Al estar involucrado en la investigación clínica, Quesada se mantiene al tanto de los nuevos desafíos que surgen en dicha área, uno de ellos era mejorar el tratamiento de las enfermedades de las arterias coronarias.
Este tipo de padecimientos es producido cuando se acumulan grasas o células inflamatorias en las paredes de las arterias, impidiendo el flujo normal de la sangre. La obstrucción provoca problemas como infarto de miocardio.
El médico explicó que el stent, que es un tubo de malla muy pequeño, se coloca en la arteria obstruida, que se infla con un globo, para evitar que se vuelva a cerrar.
Con el trabajo de Quesada se logró desarrollar un stent que ya no es metálico, conocido como prótesis endovascular biodegradable, porque está dentro de la arteria y desaparece. Cuando la arteria se recupera, da la posibilidad de que el paciente sea candidato a una cirugía cardíaca, ya esa arteria puede ser usada para poner un bypass.
Quesada reconoce que tomará tiempo para que el nuevo stent esté disponible en todos los hospitales de Estados Unidos, y aún más para que llegue a El Salvador, pero no significa que los médicos salvadoreños no puedan aprender de los avances.
Para él es importante que todos, especialmente los estudiantes de Medicina, se desafíen intelectualmente.
“Ya estamos trabajando en otro proyecto. No tiene que quedarse parado, estancarse es morir en vida”, expresó el médico salvadoreño, al afirmar que de volver a nacer seguiría el mismo camino.