¿Quién es el menor ligado a la masacre de 11 personas en Opico?

A sus padres los mató un rayo cuando tenía cinco años, nadie ejercía control sobre él. Su hermano mayor también esta detenido en un penal.

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05 August 2016

Saúl (irreal) tiene 17 años. A su edad lo acusan de haber participado en una de las masacres que más ha conmocionado al país: el múltiple asesinato ocurrido en el caserío El Flor, cantón Agua Escondida, en San Juan Opico.

En el múltiple crimen murieron 10 obreros y un jornalero. Presuntos pandilleros de la 18 Revolucionaria, incluido Saúl, ya han sido capturados y son procesados por el caso.


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Pero Saúl, por ser menor de edad, enfrenta un proceso distinto a comparación de los otros imputados, en  el Juzgado Tercero de Menores de San Salvador.

El 19 de julio, el tribunal resolvió imponerle “internamiento definitivo” de un año y medio porque fue hallado culpable de vender droga y consumir marihuana. Mientras que por la masacre, espera comparecer a la audiencia preparatoria, donde le brindarán los detalles de las acusaciones vertidas en su contra.


¿Cómo ha sido la vida de Saúl?

La resolución de la jueza se basó en que el menor es miembro de la pandilla que opera en la colonia Santa Teresita, en Apopa, y no había nadie que respondiera por él.

Sus padres, según investigaciones, murieron a causa de un rayo cuando él tenía a penas cinco años y medio. La abuela falleció el pasado 2 de julio por una enfermedad y sus otros abuelos no pueden ejercer ningún control sobre él.


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Su hermano de 21 años está detenido por el delito de agrupaciones ilícitas (tener vínculos con pandillas).

A Saúl también se le acusaba del delito de portación ilegal de arma de fuego; sin embargo, el tribunal no encontró las pruebas suficientes para procesarlo.

El psiquiatra y exdirector de Medicina Legal, Miguel Fortín Magaña, explica que los seres humanos desde que nacen traen consigo los instintos -uno de ellos la agresividad- y a lo largo de los primeros cuatro años de vida adquieren la conciencia moral.

Este último elemento depende de varios factores como las figuras de autoridad. Pero si por alguna circunstancia los padres o los encargados del niño no se encuentran con él, el modelo de la conciencia moral que adquiera será de forma negativa e “inadecuado para lo que se espera en la sociedad”.


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La ausencia de estas figuras normativas y de elementos que les propicien valores, según Fortín Magaña, es la que induce a que los jóvenes puedan formar parte de una pandilla o grupo delictivo, porque por naturaleza el ser humano también es gregario, es decir, tiene la necesidad de estar dentro de un grupo y vivir en comunidad.

Sin embargo, el profesional sostiene que las personas tienen un germen de violencia. Para ello cita los extremos: la violencia ejercida por los pandilleros y también la de “personajes intolerantes y agresivos que insultan a todo el mundo porque no piensan como ellos”. A pesar de ello es claro en decir que sí hay esperanza.


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No obstante, señala, un paso para generar el cambio, y que incluso repercutiría en la rehabilitación de delincuentes, es la reducción de la impunidad, el respecto a las leyes.