Dos culturas, ¿cuál de ellas es beneficiosa?¡ La delincuencia ! --- Opiniones ---

análisis La Iglesia Católica, en cambio, permanece fiel al "depósito de la fe" y se mantiene firme en los principios morales del Decálogo. Tenemos, pues, ahora, dos culturas claramente opuestas: Cultura cristiana de la muerte contra cultura cristiana

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13 October 2013

Actualmente, los cristianos son, en todo el mundo, las personas más maltratadas. Son atacados de mil formas, abiertas o solapadas, que conforme pasan los días, tienden a incrementarse. Abundan las formas de grosero repudio, pintarrajeando insultos y blasfemias en las fachadas o el interior de sus templos, incendiándolos o detonando explosivos dentro de ellos. Las personas asesinadas por el simple hecho de ser cristianos se cuentan por miles. De nuevo se derrama la sangre de sus mártires. Y la corona de esta persecución se la lleva la Iglesia Católica. Tampoco es extraño. Es la resistencia más firme que encuentra el avance y acoso de la cultura de la muerte.

Otros cristianismos cedieron ya hace años ante el divorcio y el uso de anticonceptivos. Algunos incluso traicionaron el evangelio admitiendo homosexuales en su clero. La Iglesia Católica, en cambio, permanece fiel al "depósito de la fe" y se mantiene firme en los principios morales del Decálogo. Tenemos, pues, ahora, dos culturas claramente opuestas: Cultura cristiana de la muerte contra cultura cristiana.

No hay que gastar largos y prolijos estudios para saber cuál de ellas es beneficiosa y cuál es perjudicial.

Toda la civilización cristiana nació en Europa a partir de sólo ese 10% de cristianos que existían cuando desapareció el imperio romano. Es difícil que el hombre común de nuestros días se dé cuenta de la magnitud de aquel desastre, pero sus vicios están en la misma línea de lo que ahora la cultura de la muerte ofrece como valores. Mas de esa ruina total, los cristianos fueron convirtiendo con su fe y costumbres a todos los pueblos bárbaros que rodeaban o estaban ya asentados en los territorios del extinto imperio romano. Al cristianismo le llevó siglos construir, a lo largo de toda la Edad Media y el posterior Renacimiento, una civilización que después se extendería por América, África, Asia y Oceanía.

Creer en un Dios inteligente y bueno, era creer también en un universo "entendible" y eso fue la base para el desarrollo de todas las ciencias hasta su esplendor actual. El saberse "hijos de Dios", por ser hermanos de su salvador Jesucristo, y el mandato divino de amar al prójimo, llenaron de alegría y optimismo la convivencia humana, el arte, la danza y las fiestas. Las conductas pecaminosas tuvieron siempre el desprecio social y los delitos su castigo. El código legal era espejo de su código moral. Y el sentido último de la vida estaba claro y era el mismo para el Rey que para el último villano: ganar la vida y la felicidad eternas.

Las críticas justas contra esta cultura son contra todo lo que de algún modo traiciona la fe y la moral cristianas. Se la critica no por lo que es, sino por lo que no es. La santidad, la honradez, la honestidad, la veracidad, la bondad, la atención y misericordia con el prójimo, son valores y virtudes que merecen siempre el elogio de toda conciencia sana.

En cambio, no puede decirse lo mismo de la cultura de la muerte, porque las críticas justas contra ella, vienen precisamente por lo que fomenta y va implantando, con intoxicación informativa, con chantaje social y con la compra millonaria de personas, gobiernos e instituciones.

Su aborto de seres humanos inocentes e indefensos, por millones, aunque se le revista de legalidad, no deja de ser el genocidio más grande y monstruoso de todos los tiempos. Su libertinaje sexual y la homosexualidad han extendido a niveles antes inimaginables las infecciones venéreas, incluyendo el Sida. El desprecio del matrimonio y de la natalidad, están creando graves problemas demográficos. Los anticonceptivos hormonales y el aborto han disparado las cifras del cáncer de mama. Su ateísmo reduce el horizonte vital al placer, la comodidad y la posesión de cosas y eso lleva a muchos a la depresión, las drogas y el suicidio, al no encontrar un sentido profundo y valioso para seguir viviendo.

*Dr. en Medicina.

Columnista de El Diario de Hoy.

luchofcuervo@gmail.com