El jefe de la Dirección de Adaptación al Cambio Climático y Gestión del Riesgo (Dacger), Emilio Ventura, explicó que la bóveda “está trabajando bajo presión cuando se llena de agua”, y aún más cuando las tormentas son intensas.
El 70 % de la cuenca de la quebrada El Chilismuyo ya no infiltra porque se encuentra embovedada y eso hace que trabaje a presión, expresó.
El MOP cuenta con fotografías aéreas de la zona del año 1951 y 1977, en las cuales se puede observar el paso del agua sin ningún obstáculo.
Sin embargo, a partir de 1996 el alto crecimiento en la zona urbana y comercial en todo el sector hizo que un tramo de la quebrada se embovedara.
Ventura explicó que los daños que se ha presentado la bóveda, como el hundimiento del pasado 7 de julio sobre la prolongación del bulevar Tutunichapa, es porque el río está buscando el cauce natural que tuvo por muchos años.
“Los ríos tienen memoria y siempre quieren volver a su antiguo cauce”, dijo el ministro de Obras Públicas, Gerson Martínez.
De acuerdo con Ventura, los 540 metros de bóveda que requieren intervención presentan desgaste en las paredes y en la superficie, que también le llaman cama, que es por donde desliza el agua.
Agregó que eso es lo que se estaría reparando en los 540 metros que aún falta por darle mantenimiento “antes de que avance el daño”.
“Cuando hablamos que está trabajando a presión es que toda la bóveda se llena de agua, y cuando uno reduce el área (de la cuenca de la quebrada) significa un incremento de velocidad y se vuelve más erosiva”, aseguró el ingeniero Ventura.
Es por eso que cuando se entra a la bóveda las paredes se ven erosionadas y pérdidas de pedazos de concreto, dijo.
Aunque a ese largo tramo de la bóveda no se le ha dado mantenimiento, el riesgo de hundimientos existe, pero se tiene que determinar por medio de una inspección, sostiene Ventura.
Esos 540 metros se encuentran entre la calle Los Sisimiles y el Redondel México.