“Me enfermo si estoy de haragana”

A los 76 años, viaja todas las mañanas desde Conchagua hasta La Unión, para vender frutas, tal y como lo hacían sus abuelos. 

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Dice que es satisfactorio ganarse la vida trabajando.

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15 July 2016

LA UNIÓN.  María del Carmen viuda de Ramírez, originaria de la ciudad de Conchagua, sigue trabajando tal y como inició a los diez años de edad, hace ya 66 años. 

Aseguró que lo aprendió de sus abuelitos, con quienes se crió. Ellos tenían una plantación de guineos que cuidaban para luego vender. María del Carmen era la encargada de venderlos.

Ahora, ya entrada en años, la mujer viaja todos los días en el bus hasta la ciudad de La Unión a vender frutas de temporada como lo hacía con sus abuelos.

Carmen es una mujer de estatura pequeña, piel morena y siempre muestra una jovial sonrisa que agrada a sus clientes y amigos que a diario le compran sus productos.


Vive con su hija menor, de 45 años. Los nietos le llevan los huacales con frutas desde su vivienda al autobús. 

Carmen se levanta a las 5:00 de la mañana a prepararse para salir a trabajar, a las 7:00 de la mañana esta vendiendo en la zona peatonal del parque unionense.

A las 4:00 de la tarde la mujer ya ha terminado su venta y retorna con los huacales vacíos a su vivienda.

Se casó  los 19 años de edad con Vicente Ramírez, procreó ocho hijos, cinco hombres y tres mujeres. De esos, dos varones ya murieron, quedó viuda y aseguró sigue amando a su esposo como el primer día.


Muestra de ese amor es que decidió no volver a casarse, “el 21 de julio cumple 35 años de haber fallecido mi esposo”, recordó la septuagenaria.

Carmencita, como muchos le dicen de cariño, sigue trabajando porque no quiere enfermarse el estar sin hacer oficio, “no me gusta estar en la casa porque me enfermo de los pies el estar de haragana, no puedo estar una semana sin salir a trabajar”, reiteró.

Los limones, mamones, guineos, mangos y una variedad de frutas que vende recién cortados, los compra en Conchagua para ir a revender a La Unión. Sus clientes siempre esperan por ella. 

El mensaje que les envía a los jóvenes y todas las personas que no quieren trabajar y que prefieren andar pidiendo dinero, es que es satisfactorio poder ganarse la vida trabajando. “Que me miren que yo trabajo todavía, que es bueno ganarse así la vida, que trabajen, que no anden pidiendo” aconsejó Carmencita.