Claves del milagro chileno

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31 agosto 2013

El próximo 11 de septiembre se cumplirán 40 años del violento golpe de Estado que derrocó al presidente socialista Salvador Allende en Chile.

Más allá de las consideraciones históricas y políticas de ese acontecimiento, que aún mueve pasiones, prefiero referirme al Chile de ahora, que se reinventa cada día y avanza en todas las áreas, sobre todo en la reconciliación. A diferencia de los especialistas y análisis tradicionales, yo no voy a comenzar a hablar con cifras, sino con hechos.

Tradicionalmente y en quizá el encuentro social cumbre que es signo de unidad, cada 11 de septiembre los dirigentes políticos, empresarios, sindicatos, profesionales y representantes de diferentes sectores se reúnen con los líderes de las diversas iglesias cristianas y no cristianas (Católica, Evangélica, Luterana, Ortodoxa y judíos y musulmanes) para participar en un Te Deum, un reverente servicio de acción de gracias a Dios y recuerdo de los acontecimientos y sus víctimas.

El presidente, los dirigentes oficialistas y los de la oposición dejan a un lado sus diferencias, al igual que los religiosos, que se reparten la lectura de los pasajes de la Biblia y salmos con un espléndido coro. El hecho de que este acto ecuménico se celebre en la Catedral de Santiago no es motivo para que los miembros de las denominaciones no católicas dejen de asistir. Hasta las pugnas dogmáticas de siglos quedan atrás. Ante las miradas de los asistentes, entre ellos el propio Arzobispo católico y frente al altar, una reverenda luterana lee pasajes de la Biblia, seguida por un pastor evangélico e incluso hasta judíos y musulmanes.

Tanto la izquierda como la derecha han evolucionado. La izquierda chilena ha madurado tanto que no es como la que milita en nuestras regiones, anti-todo, rabiosa, resentida, utópica, bochinchera, sino pensante, pragmática, como ellos mismos dicen, "a la europea".

La derecha chilena ha gobernado en los últimos años, pero sin menospreciar ni destruir --o culpar de todo, como pasa acá-- a lo que ha hecho la izquierda en 20 años de gobierno de la Concertación, el cual siguió el modelo económico estructurado por los Chicago Boys y el antiguo régimen.

Sólo basta recordar la reciente visita del presidente chileno Sebastián Piñera, de derecha, a su homólogo salvadoreño, Mauricio Funes, de izquierda, e incluso la reverencia que el primero hizo de monseñor Romero en uno de sus discursos.

Esta madurez y, sobre todo, deseo de servir al país sin pasionismos y ni ideologías ha permitido a Chile crecer, desarrollarse y volverse una de las naciones latinoamericanas más pujantes al punto que, según dijo Piñera en esa ocasión, el problema en Chile ya no es buscar empleos, sino trabajadores… la derrota de la pobreza dejó de ser un sueño y en nuestro caso es un compromiso".

Antes Chile era reputado únicamente por su producción de cobre. Ahora exporta medicinas, madera, alimentos, mariscos, papel, cartón y otros tantos productos y así se ha lanzado a la conquista del mercado centroamericano.

Para esto lanzó la semana anterior un ambicioso plan de fomento de sus exportaciones con la marca Chile Manufactura: 36 empresas chilenas en diversos rubros contactaron con más de 200 importadores de la región para expandir sus productos.

Ese es el propósito de los chilenos ahora: que su país no sea asociado sólo con el cobre sino con una diversidad de productos; que no sea recordado por la violencia y sus pasadas divisiones internas y que se le respete como una nación unida y civilizada.

Durante su visita, Piñera dijo que Chile ha alcanzado un ingreso per capita de más de $20 mil y ha logrado la creación de 800 mil nuevos empleos.

Según publicó en El Diario de Hoy el economista Carlos Jovel, salvadoreño residente en Chile, este último país tiene un ingreso por persona que es de 5.3 veces el de los salvadoreños y crece a una tasa que es 12 veces más alta que la de El Salvador. Recibe 60 veces más inversión extranjera directa, y 5.6 veces más como relación de lo que produce (11.2% vs. 2%).

Según el economista, mientras la deuda de Chile tiene la misma calificación de riesgo que la de China y Japón y por ende puede financiarse a tasas de interés muy bajas, la de El Salvador --que perdió su grado de inversión-- ahora forma parte del club de bonos basura junto a Angola, Nigeria y Bolivia. La cosa no fue siempre así para Chile, hace sólo 32 años, el ingreso por persona era de sólo $2,942 USD por año, este año esperan cerrar arriba de $20,000 USD: el de El Salvador actualmente, es de cerca de $3,800 USD (en Paridad de Poder de Compra).

Lo que han hecho los chilenos es lo que tenemos que lograr nosotros si queremos desarrollarnos: dejar atrás los resentimientos ideológicos y las mutuas desconfianzas, madurar y volver pragmático nuestro pensamiento, desterrar la desidia y el atenimiento, erradicar a los corruptos y los demagogos y, sobre todo, ponernos a trabajar.

*Editor subjefe de El Diario de Hoy.