En caserío La Cascajera del cantón El Progreso, en el sector del Boquerón hay luto y pesar por la muerte de cuatro vendedoras de hortalizas, frutas y flores; un hecho ocurrido la madrugada del sábado en el bulevar Diego de Holguín.
La tristeza y la impotencia por lo ocurrido se refleja en el rostro de familiares de al menos dos víctimas; Jesenia Saldaña, de 38 años y María Dora Maldonado, de 48, esta última, esposa del pastor de la iglesia Cielo Nuevo de La Cascajera.
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Ambas señoras salían dos o tres veces por semana a vender rábanos, cilantro, espinaca, perejil, entre otras hortalizas que se cosechan en las faldas del volcán de San Salvador.
Esa es la principal fuente de ingresos de gran parte de la población de El Boquerón, una labor que les demanda hacer un esfuerzo sobrehumano pues deben levantarse a medianoche para tomar un vehículo o un bus que los lleve al mercado Central a vender sus productos.
En ese centro de abastos los esperan mayoristas del interior del país (Santa Ana, San Miguel, San Vicente, entre otros departamentos) para comprarles sus productos para luego trasladarse al interior del país.
En el caso de Jessenia y otras vendedoras, en días especiales como el de Difuntos, de la Madre u otras fechas especiales salían a vender a La Unión (Santa Rosa de Lima) y San Miguel, entre otros destinos.
Según familiares, cada media o cada hora sale desde el Boquerón un vehículo desde las 12:00 de la noche hasta el amanecer con 30 vendedores que comercializan sus productos en el mercado Central todos los días.
“Todos los días, los vehículos recogen a los vendedores desde lugares como Ojo de Agua, El Chalet, La Cascajera, La Flecha, Álvarez y Las Gradas entre otras para llevarlos al mercado Central de San Salvador”, afirmó la hermana de Jessenia.
Los vendedores pagan un dólar por cada uno de ellos, más otro dólar por cada bulto o canasto que lleven consigo.
A las 10:00 u 11:00 de la mañana la mayoría regresa en los mismos camiones o buses con sus comprados o alimentos adquiridos con su trabajo.
Por lo general en estas familias el padre cultiva la tierra mientras su esposa sale a vender los frutos a la ciudad.
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Al igual que Jessenia, María Maldonado, la esposa del pastor tenía toda una vida de dedicarse a salir a vender al mercado Central para ayudar a su esposo en la crianza de sus cinco hijos.
Solía salir a vender los miércoles y los sábados, “nunca había tenido accidente en el ir y venir de su trabajo”, relató su hija, Nora Zuleyma.
“Era poco lo que dormía cuando iba a vender, pues se acostaba a las 10:00 de la noche y se levantaba a las 12:00” para tomar el pick up que los trasladaría al mercado.
Con la muerte de María, quedan dos niños de diez y 15 años al amparo de su padre y sus hermanos mayores.
Para ellos los accidentes viales han sido sus peores pesadillas pues hace 3 años un autobús se accidentó y dos perdieron la vida, en el caso de Jessenia en ese percance murió una familiar suya.