La regla de oro en la coyuntura preelectoral

tema del momento Antes de lanzar expresiones inapropiadas contra otros, recordemos que detrás de esa persona hay una familia, porque ciertamente, antes de ellos ser políticos son esposos, hijos y padres de familia

descripción de la imagen

Por

23 September 2013

Cuando aún no se ha dado el banderazo de salida por parte del Tribunal Supremo Electoral para el inicio oficial de la campaña, ya se vislumbra el clima de polarización que tendremos que vivir durante los próximos meses. Nuevamente nos encontramos ante el fuego cruzado de los principales actores en esta disputa por el poder.

Como siempre, los competidores recurren a inescrupulosas tretas con tal de ganar terreno. Calumnias, difamaciones e insultos son la característica de la atmósfera preelectoral. Esto no sólo es el reflejo de la insensatez, sino de la pequeñez personal de nuestros políticos. Aunque parezca que es una viveza o astucia el avanzar en esta carrera por el poder a costa de hacer sufrir a los demás, esto les resta credibilidad ante aquellos que no se tragan cualquier cuento. Recordemos que las cosas han cambiado en los últimos años; ya no es como en aquellos tiempos en que se compraban votos por un almuerzo o una camiseta, la gente ahora razona su voto y no se impresiona tan fácilmente por publicidad barata o discursos vacíos y poco sinceros.

Utilizar estrategias publicitarias que van en detrimento del contrincante es nada menos que el reflejo de una campaña sin contenido. El país tiene tantas necesidades apremiantes, como para enfocarse en un buen plan de nación que le permita empezar a salir del atolladero en que se encuentra. A todos nos interesa que se mejoren las condiciones de inseguridad en que vivimos, que el endeudamiento no siga creciendo y que en su lugar despuntemos con un significativo crecimiento económico, mejoras en el sistema de salud pública, una educación de calidad para nuestros hijos y oportunidades de bienestar para todos. El día en que sin ningún egoísmo nos ocupemos de las necesidades reales de nuestra nación, no tendremos tiempo para poner en evidencia a los demás.

Los salvadoreños queremos ver campañas propositivas, de contenido. Queremos escuchar a políticos seguros de sí mismos, que no se dejan provocar. También, no es menos importante el hecho de que presenten su oferta electoral apegada a la realidad, no ofrezcan más de lo que pueden dar con el afán de ganar adeptos; porque con ofrecer y prometer, como dice el viejo proverbio, nadie queda pobre. Antes de hacer promesas demostremos la viabilidad de dichos ofrecimientos, de lo contrario todo es pura retórica, que como ya lo dije, es poco creíble.

A esos niveles del quehacer político se espera que quienes compiten en la contienda tengan la madurez suficiente en el trato y respeto hacia sus oponentes, porque es muy fácil identificar las debilidades de los demás e ignorar las nuestras. El Maestro de Nazaret advirtió al respecto cuando dijo: "¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?" (Mateo 7:3).

Porque, ¿qué gana el país con ver a sus potenciales representantes en peleas y disputas necias? ¿No es acaso desventajoso para todos el seguir dividiendo a esta sufrida y desangrada nación? Todos aportamos diariamente con nuestra conducta para tener un país armonioso, pero muy acentuadamente quienes son vistos por las mayorías, ellos tienen en sus manos el privilegio de influir en muchos para unir a esta sociedad, ¿por qué no lo hacen?

Antes de lanzar expresiones inapropiadas contra otros, recordemos que detrás de esa persona hay una familia, porque ciertamente, antes de ellos ser políticos son esposos, hijos y padres de familia. Nunca hagamos a los demás lo que no nos gustaría se nos haga a nosotros. Por si acaso se nos ha olvidado, pongamos en práctica la regla de oro: "Así, que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mateo 7:12).

*Pastor General Iglesia

Cristiana Shekina.Los salvadoreños queremos ver campañas propositivas, de contenido. Queremos escuchar a políticos seguros de sí mismos, que no se dejan provocar