Caudillos y dictadores

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07 September 2013

En la Antigua Roma, en tiempos de calamidad pública o estado de guerra, el Senado nombraba dictador a un ciudadano, otorgándole poderes extraordinarios para gobernar de manera absoluta. En Grecia, existía la misma figura, con el nombre de tirano, quien tenía poder absoluto, con apoyo popular.

Posteriormente estos términos adquirieron un significado peyorativo, para quienes se hacían con el poder de manera violenta e ilegítima, gobernando a su capricho, sin obedecer leyes, ni tomar en cuenta la opinión ciudadana, buscando permanecer en el poder a perpetuidad. Suelen rodearse de aduladores, favorecer a sus familiares con cargos elevados y vestirse con vistosos uniformes, con derroche de púrpura y oro, abundantes condecoraciones y cascos con plumas y penachos. En África y Latinoamérica han surgido estos reyezuelos, cuya voluntad no puede contrariarse, no aceptan críticas ni opiniones contrarias y exigen obediencia absoluta y ciega. Los casos más emblemáticos de este siglo son Castro, Chávez, Correa y Evo.

Y en El Salvador ya contamos con funcionarios interesados en replicar el modelo: "Les guste o no les guste…" afirma el presidente, amenazando todos los sábados a quienes disienten con sus opiniones, desestimando recomendaciones de los organismos internacionales, negando información sobre sus viajes y los de su esposa y ofendiendo con su impuntualidad. Pronto han ido surgiendo imitadores más o menos fieles, como don Sigfrido Otón, que considera la Asamblea Legislativa como su finca particular, desobedeciendo sentencias, negándose a dar la información que le exige la LAIP, en cuanto a gastos onerosos como regalos, bebidas, obras de arte sin un inventario que las respalde, y abusando del privilegio de contratar a cualquier cantidad de funcionarios, con sueldos sólo por él conocidos y cuya capacidad para desempeñar el cargo exige mantener en la más absoluta reserva.

Las actuaciones de la ministra de Salud parecen seguir el patrón de los tiranos, manteniendo su propio criterio sin escuchar las quejas y exigencias de médicos y pacientes rechazando el evidente desabastecimiento. No aceptó el criterio de respetados galenos en el triste caso del embarazo de Beatriz. Rehusó considerar que el niño Waldemar necesitaba un trasplante de intestino, para cambiar de opinión pocos meses después, y tras la muerte de la criatura, desautorizar los criterios de los profesionales de Medicina Legal y desestima el dictamen de la Sociedad de Nefrología en cuanto a las causas de enfermedades renales.

El general Munguía Payés en su doble actuación como Ministro de Seguridad y posteriormente en la cartera de Defensa, suele imponer sus opiniones sin aceptar criterios contrarios, y menos las críticas que surgen con la amenaza de las maras, aunque la realidad demuestre lo contrario. Una de sus características en su dos roles ha sido su vestimenta: de militar a civil y luego vuelta al uniforme. Quien en sus últimas apariciones, parece haber copiado el uniforme del general Gerardo Barrios, con pechera roja y tal exceso de galones dorados, que no tiene espacio para las numerosas condecoraciones y medallas que lució en su espectacular aparición en la Asamblea, con despliegue de seguridad, por tierra y aire, para cuidar de su persona.

Estamos contemplando un nuevo caso de caudillismo, con la campaña de Tony Saca, que aunque dice tener el apoyo de tres partidos, bajo el lema de Unidad, todas sus promesas de campaña y su plan de gobierno giran alrededor de una única figura: Tony Saca y su experiencia y logros como ex gobernante. ¡Qué lejos estamos de una auténtica democracia, sin dictadores ni caudillos, y qué necesidad tenemos de verdaderos líderes que respeten a los ciudadanos que los eligieron!

*Columnista de El Diario de Hoy.