El FMLN y la educación

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31 agosto 2013

Todos sabemos que la única manera de salir de la pobreza es invertir en educación: formar a los maestros, capacitarlos en nuevos métodos de enseñanza aprendizaje, en nuevas tecnologías y con salarios dignos, es labor del Ministerio de Educación.

El FMLN, desde los tiempos del conflicto armado, dijo luchar por las clases más vulnerables, acusando a quienes tienen medios económicos de haberlos logrado explotando a los pobres. Al convertirse en partido político, aseguraron ser la verdadera alternativa para componer el tejido social. Su campaña política fue de constantes promesas del mundo feliz en que los oprimidos vivirían, cuando ganaran la presidencia.

Y sus voces triunfalistas arrastraron a miles de seguidores, que con su voto en el 2009, creyeron ingenuamente que con el cambio prometido, todos se compondrían. Y para asegurar que la educación sería prioridad, el propio vicepresidente de la República, profesor y alto miembro de la cúpula del partido rojo, se convirtió en ministro de Educación, ad honorem. Grandes expectativas, pues el profesor Sánchez Cerén siempre había participado activamente en protestas y huelgas exigiendo reivindicaciones para el gremio docente mediante su más violenta organización ANDES 21 de junio.

El panorama comenzó a obscurecerse cuando el flamante ministro se convirtió en el peor enemigo del gremio incumpliendo compromisos contraídos con los maestros en cuanto a aumentos salariales y otras muchas prestaciones de la Ley de la Carrera Docente. Terminó el sueño de reconstruir escuelas en escombros por catástrofes naturales, destrucción de la misma guerrilla, deterioro y abandono. Techos destruidos que dejan llover dentro de las aulas, servicios sanitarios asquerosos o inexistentes, mobiliario destrozado, niños sin pupitres recibiendo clases en el suelo. Quitó luego el subsidio a instituciones privadas que por años habían cubierto áreas que el gobierno no podía cubrir, arrebató la Ciudad de los Niños a los Salesianos y el Hogar Guirola al Patronato, disminuyó el presupuesto asignado a las escuelas, y ha retrasado el sueldo a los maestros en varios meses. Hay una escuelita en Panchimalco que ha recibido $31 de presupuesto y sobrevive con contribuciones de padres y maestros, según doloroso reportaje de El Faro.

Y cuando el profesor-ministro decidió aspirar a la presidencia, se nombró, siempre ad honorem, al secretario privado de la presidencia, Hato Hasbún, confirmando así de que el MINED no es algo que tenga importancia como para poner en el cargo, a alguien a tiempo completo. Las acertadas recomendaciones de especialistas como Óscar Picardo y Joaquín Samayoa y el constante clamor de los docentes, no han sido atendidos, y el panorama de la educación en El Salvador es cada vez más sombrío.

La nota de la PAES no pasa del 5 y pico, no se participa en pruebas internacionales como el PISA porque los alumnos no dan el ancho, y se escuchan voces ingratas pidiendo pruebas más fáciles para los países del tercer mundo. No es de extrañar, que cada año miles de bachilleres pretendan entrar a la UES, sin alcanzar la mínima nota de 3.

Pero el Frente considera el gasto de casi $400 millones en zapatos, uniformes y paquetes escolares su mayor logro, porque eleva sus índices de popularidad y les asegura los votos de gente ingenua, que no entiende que estos programas sociales mantienen la pobreza, sin capacitar a los jóvenes para que puedan acceder a mejores salarios, pues al partido sólo le interesa continuar en el poder, pues si el pueblo se educa, abrirá los ojos y dejará de apoyarles. Nos urge elegir un gobierno que verdaderamente impulse la educación.

*Columnista de El Diario de Hoy.