La burocracia estatal: freno al desarrollo económico

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20 agosto 2013

Mi segunda hija y su esposo decidieron regresar al país después de 10 años viviendo en Nueva York y España, y para mientras enviaron una mascota familiar por carga desde Barcelona vía Avianca.

Por razones de trabajo mandé a un colaborador el día del arribo del felino con mi pasaporte, carta respectiva como consignatario, copia del documento original emitido por el transportista, y ahí empezó mi calvario y ni se diga de un pobre animalito encerrado en una jaula en la bodega de CEPA Aeropuerto.

Después de pasar todo el día de un escritorio a otro, pagando servicios que del MAG, que de CEPA etc., llegaron las cuatro de la tarde y ya no pudimos sacar el gatito porque los señores empleados públicos a esa hora se marchan a sus casas a su merecido descanso. Por mucho que mi colaborador suplicó que el felino tenia día y medio en un incómodo cajón y que le ayudaran a terminar su martirio, la respuesta fue: "lo siento", ya no hay servicio hasta mañana. Ni modo regresó a San Salvador.

A primera hora del siguiente día los dos salimos de nuevo al aeropuerto. Calmándome de paciencia y resignado a pasar parte de ese día lidiando con la burocracia estatal, que todo importador y exportador sufre a diario; llegué al escritorio del último paso que habíamos estado la tarde anterior. Encarecidamente le explique a una amable señorita la penuria del gatito, para ver cómo me podía ella ayudar. Por fin me dieron el papel sellado y contento me dije "ya estuvo", ahora vamos a traer el gato. Y ahora sí empieza el suplicio chino.

"Tiene que ir a MAG aeropuerto pasajeros para que pague diez dólares y regresa con el recibo, acá". "Después a hacer cola para que con ese recibo solicite el gatito". Regreso. "Fíjese, ahora tiene que ir ahí adentro y compre tres copias del recibo y me las trae de nuevo…"

¿Y ahora? "Vaya al banco y pague de nuevo y regresa". De ahí, otro funcionario tuvo que revisar que todos los papeles estuviesen "en orden", para que aduana revise nuevamente con el "contador vista".

Sale el señor contador vista. Revisa nuevamente todos los papeles y me dice: "¿Cuánto vale ese gato?" "Mire es un gato común, no de raza, y no tiene valor comercial, es mascota de mi hija, y ayúdeme, el pobre animalito está cansado, con sed y con hambre". El señor contador vista me informa que se tiene que declarar un valor al gato porque si no, "a mi me va caer la Corte de Cuentas, y me topan". "Vaya al banco nuevamente y pague $75 por el valor declarado del gato, y con ese recibo, vaya nuevamente a que le revisen los documentos, se los presenta a la bodega de CEPA, y ellos le entregarán a su gato". Procedo. Llego a hacer cola en la bodega. "Pero mire, aquí le faltan tres copias de este recibo". Voy a sacar las tres benditas copias nuevamente, regreso a hacer cola, para que ellos me den un "número", y con ese, retiro mi gato. A uno de esos funcionarios le pregunto: "¿Y qué hacen con tanto papel y copias?" Me contesta: "No sé, pero son cajas y cajas que se destruyen anualmente". ¡Vaya eficiencia de gestión en un mundo competitivo en la era del conocimiento!

En total, me costó $125 en impuestos y gastos y pasé 6 horas de ese día, mas 6 horas de mi colaborador el día anterior para sacar un triste gato.

Me hago la pregunta: "¿Cómo vamos a modernizar y desarrollar este país con ese tipo de anticuaria tramitología y mentalidad empeorada ahora con este gobierno del cambio? Lejos de reducir al Estado y buscar procesos modernos, se estima que el gobierno de Funes ha aumentado la burocracia en un 25%, con allegados al partido oficial y el compadrazgo político. Han satanizado políticamente el concepto de privatización y los resultados están a la vista: un inoperante Seguro Social, Puerto de La Unión abandonado, hospitales sin medicinas, y un terrible estado de inseguridad que afecta más al pobre que al rico.

Eso es como si nos montamos en un Ford Modelo T de 1915, a tratar de competir en una súper carretera donde corren carros modernos. Así estamos en El Salvador. Lejos de modernizar, agilizar y achicar los procesos burocráticos para competir mundialmente, el gobierno de Funes ha empeorado la tramitología y peor aún, ve a la empresa privada con resentimiento y como su enemigo natural.

*Colaborador de El Diario de Hoy.