La deuda china y la suerte de la economía mundial

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29 agosto 2013

El Partico Comunista Chino abandonó en los años Ochenta el comunismo en sus prescripciones económicas y adoptó un capitalismo sin restricciones, manteniendo sólo el control político del país. Aunque la liberalización política no estaban en las cartas, el capitalismo de todos modos introdujo muchas libertades y el régimen a nuevos factores de poder, diferentes de los funcionarios públicos, y abrió la sociedad a la influencia de otros países que les compran y les venden cosas a los pobladores locales. Como resultado, el régimen político se liberalizó sustancialmente también. Sigue siendo tiránico pero los sanguinarios episodios de la época de Mao (en los que murieron 70 millones de personas) han terminado y la carga ominosa de la dictadura no se compara en intensidad que había en ese entonces ni con la que viven los países que siguen siendo totalmente comunistas, como Corea del Norte y Cuba. El resultado de esta liberalización ha sido que el gigantesco potencial de China se desencadenó y su economía ha crecido a tasas enormes por varias décadas.

Últimamente, sin embargo, este crecimiento ha comenzado a disminuir y algunos otros síntomas preocupantes han comenzado a aparecer. Estos problemas provienen de dos tipos de fuentes. La primera fuente es la situación de la economía mundial, que todavía influye en China más que lo que China influye en ella. La segunda fuente de problemas es creación de los propios chinos.

Internacionalmente, la demanda mundial se está desacelerando rápidamente y eso está afectando negativamente el crecimiento de las exportaciones chinas. El déficit en cuenta corriente (la diferencia entre las importaciones y las exportaciones) de la economía más grande del mundo, Estados Unidos, se ha reducido sustancialmente. Este déficit era de 800 mil millones de dólares en 2006 y ahora (2012) está en 443 miles de millones. Esto es así porque Estados Unidos está comprando menos en los mercados internacionales y vendiendo más en ellos. Hay muchos otros países que se han visto obligados a reducir sus déficits porque sus deudas han aumentado demasiado. Esto afecta negativamente a China porque le reduce el tamaño al mercado internacional.

Domésticamente, China está comenzando a vislumbrar los costos que tendrán las enormes cantidades de dinero que creó cuando su economía se desaceleró en 2008-2009. En ese momento, la creación de dinero (que siempre se hace a través de crédito) dirigió el financiamiento a muchos proyectos que no eran viables pero que se hacían por que había exceso de dinero. Se construyeron ciudades enteras que ahora no tienen habitantes o que si los tienen no pueden pagar sus hipotecas. Las empresas se endeudaron imprudentemente también. Según datos del FMI y del Financial Times de Londres, el crédito bancario y del mercado de capitales aumentó de 145 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2008 a 190 por ciento en 2012 (de 45 millones de millones a 100 millones de millones de renmibis). Esto la ha convertido en el país más endeudado entre los mercados emergentes. La relación de deuda a activos totales en las empresas ha subido de 33 a 90 por ciento. El rendimiento de los activos de las empresas ha caído también. En las empresas privadas, que son mucho más eficientes que las del Estado, este rendimiento cayó de 14 a 12 por ciento; en las estatales, de 6 a 4 por ciento.

Muchas de estas deudas no se pagarán. Basta ver las enormes inversiones en ciudades fantasmas que no tienen habitantes para pensar que China está al borde de una crisis financiera de marca mayor. Si no es una crisis, será algo muy cercano a ello, que tendrá repercusiones muy grandes en todo el mundo, incluyendo a la América Latina, en donde China se ha convertido en un cliente e inversionista muy fuerte. Una potencial crisis en China afectaría sustancialmente a la región, especialmente Sur América.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.