Villalobos y su narrativa

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28 agosto 2013

El gran ausente en los análisis de Joaquín Villalobos es el sentimiento de la gente. Para él lo único digno de tomar en cuenta a la hora de ponderar una coyuntura específica es el pensamiento y actitud de los actores de máximo nivel: los gobiernos, las cúpulas de los partidos y sus liderazgos, los intelectuales, las élites económicas. El sentimiento de la gente no importa para Villalobos.

En su artículo, "Una rebelión antioligárquica de derecha", lo que la gente siente y piensa es el gran ausente. Ello lleva a Villalobos a analizar la situación política como quien elabora una crítica a una pieza de teatro, estudiando la ejecución de los principales actores y juzgándolos de acuerdo a sus muy particulares juicios y prejuicios, independientemente de cómo impactan al público esas actuaciones.

En su artículo Joaquín hace consideraciones antojadizas. Algunas son sólo medias verdades y, no pocas, mentiras totales. Dice el articulista que tras el resultado electoral de 2009 y dado que El Salvador no se convirtió ni en comunista ni en bolivariano "… la amenaza comunista perdió entonces credibilidad y la derecha se quedó sin narrativa". Sería importante que Villalobos les explicara de una buena vez a sus lectores, sobre todo a los europeos, qué entiende por "la derecha".

La derecha no es una organización unificada con una estructura de dirección tomando decisiones ejecutivas. Ese es un simplismo que le resta seriedad a cualquier análisis. ARENA es un partido de "derecha" (para utilizar este término cada vez más difuso) pero no es "la derecha". En algunos párrafos, Villalobos habla de "las familias". ¿Es a estas familias, a las que Villalobos llama "la derecha"? Y, si es así, ¿cuáles son esas familias? ¿Los míticos catorce? De ese grupo de familias fundacionales del país, ya no queda ni la mitad a estas alturas.

La verdad es que no existe una organización que actúe como un cuerpo dirigido por una especie de "comandancia general" que se llame "la derecha". Por ello culpar de atrocidades y de cuanto mal ocurre en el país a ese ente inexistente es, más bien, una "narración publicitaria", para meter miedo, que una verdad histórica. En el pasado, dice nuestro articulista, los oligarcas asesinaban y exiliaban a los disidentes. La verdad es que varios oligarcas fueron "ajusticiados" en el pasado, por las organizaciones revolucionarias. Es el caso de Roberto Poma y otros.

Tras hacer sido derrotada en 2009, y huérfana ARENA, de "la narrativa anticomunista", la gente (esa gran ausente en el mencionado análisis) volvió a colocar a ese partido como la primera fuerza política del país. No fue "la derecha" la que tomó la decisión de sacar esa cantidad de votos que le dieron la victoria en 2012. Fue la mayoría de electores la que lo decidió, sin necesidad de ser intimidada con un discurso anticomunista.

Una gran mentira de Villalobos es afirmar, sin ningún pudor, que Tony Saca fue expulsado de ARENA por impulsar programas sociales, oponerse a la explotación minera, a que se jugara con los fondos de pensiones y otras sentidas justicias. Dicho así, Saca es elevado a los altares de las luchas sociales junto al Che Guevara, Camilo Cienfuegos y otros mártires y héroes del pueblo.

Saca fue expulsado, según los dirigentes actuales de ARENA, entre otras cosas, por haber sido el único presidente de la República en ser al mismo tiempo presidente de su partido, acumulando un poder abusivo y totalitario. Ello le permitió, según los dirigentes areneros, manipular a su antojo las elecciones internas de ARENA, en 2008, para imponer a un candidato destinado a perder la elección frente a la mejor apuesta que el FMLN había hecho.

Villalobos debería contarles a sus lectores europeos que, desde que ARENA tomó el Ejecutivo en 1989, la pobreza en El Salvador comenzó a disminuir de manera considerable, lo que generó el ensanchamiento de la clase media durante los tres primeros gobiernos de ARENA. Los datos están allí. Fue bajo el gobierno de Saca y su perorata social, exactamente en 2006, cuando la pobreza volvió a aumentar. Eso es lo que la gente siente y percibe y la que la impulsa a tomar decisiones electorales, más allá de cualquier "narrativa". (Continuará).

* Columnista de El Diario de Hoy.