Dilema en las emergencias de los hospitales

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21 agosto 2013

Urgencia médica es una frase genérica que se refiere a una persona (recién nacido, lactante, niño, adolescente, joven, adulto, senescente o mujer embarazada), que por la naturaleza de su enfermedad o problema, casi siempre de instalación repentina, tiene que ser atendida sin retardo por el médico para evitar que pierda la vida, se agrave, sobrevengan complicaciones o se produzcan secuelas. La frase urgencia médica es mucho más apropiada que emergencia y el concepto se aplica también al enfermo crónico que eventualmente tiene una agudización y al paciente internado que desarrolla una complicación.

Un paciente en el nivel más alto de criticidad pasa directamente a la sala de máxima urgencia o sala de shock, donde es atendido con toda rapidez por personal capacitado y con experiencia, ya que cualquier dilación puede tener consecuencias fatales. A menudo en esta dependencia se realizan maniobras de resucitación, cauterizan heridas sangrantes, verifican endoscopias de urgencia, practican laringoscopias, transfunde sangre, plasma y sueros, etc. La idea es contrarrestar la causa que produce la condición crítica, de ser posible estabilizarlo, para luego remitirlo a donde corresponde que puede ser el quirófano, UCI, etc.

La llamada "urgencia verdadera" requiere la participación del facultativo en la siguiente hora de su arribo, exceptuando algunos casos. Son ejemplos personas con gastroenteritis y deshidratación, neumonía, herida penetrante del abdomen, infarto agudo del miocardio, mujer embarazada con sangramiento por vía vaginal, cólico biliar, apendicitis, cólico nefrítico y accidente cerebro vascular. Cuando la condición del enfermo permite esperar varias horas y para aclarar el diagnóstico se realizan análisis de laboratorio, exámenes de imagenología médica y otros procedimientos se trata de una "urgencia relativa". Comúnmente se remiten a observación por no más de 24 horas para vigilar la evolución o bien mientras llegan los reportes de los exámenes para iniciar el tratamiento específico.

Las "urgencias aparentes" también conocidas por "falsas urgencias" son las más comunes en el medio salvadoreño y en su mayoría son producto de una valoración errónea por desconocimiento, limitada educación en salud y otros factores. La escena habitual es una emergencia inundada de catarros y gripes, procesos diarreicos, golpes contusos, heridas superficiales, antiguos traumas que ya perdieron su calidad de urgencia, "rebalse" de la consulta general que no alcanzó cupo y personas que no pueden consultar en horas hábiles.

Se estima en forma aproximada que de cada 100 solicitudes de atención en la dependencia al menos 75 u 80 caen en esta categoría y solamente 20 a 25 son "urgencias verdaderas". De ahí que en lugar de atender de 30 a 40 personas en el transcurso de las 24 horas se atienden de 250 a 300 produciéndose saturación, sobrecarga y lo que es peor, interferencia para atender los casos que lo ameritan.

Para que un servicio de emergencia funcione de manera aceptable es preciso cumplir con los requisitos siguientes: (1) Contar con los recursos humanos suficientes en cantidad y calidad, lo que incluye formación académica y experiencia; (2) Disponer de instalaciones que según la norma corresponden además del equipamiento médico, instrumental, mobiliario e insumos; (3) Atender únicamente el tipo de paciente que corresponde a la dependencia y no otros; (4) Funcionar con humanización empezando por no hacer esperar a nadie dos, tres, cuatro o más horas.

*Dr. en Medicina.

Colaborador de El Diario de Hoy.