El tupé del FMLN

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22 agosto 2013

Los del FMLN tienen el descaro de hablar de la herencia de poco crecimiento del país y de culpar por ella a los veinte años de ARENA, cuando la carga que El Salvador ha llevado ha sido la que ellos mismos, el FMLN y sus componentes antes de que el partido fuera creado, le impusieron. Ha sido una carga pesadísima y no ha durado veinte sino cincuenta años. Es la carga del odio que ellos inyectaron en la sociedad, de los ataques a todas las actividades productivas, del negativismo con el que envenenaron a un pueblo que antes había sido reconocido por su positivismo y su productividad, por el baño de sangre que provocaron en su maligna búsqueda del poder total, todo supuestamente en nombre de una revolución que en los países en los que triunfó sólo llevó a sangre, dolor y miseria, pero realmente orientado, como el tiempo ha demostrado, a sustituir lo que ellos llamaban la "oligarquía" por otra oligarquía de la cual ellos iban a ser parte dominante. En el proceso, ellos sacrificaron al país entero para que ellos pudieran fumar puros habanos, beber güisqui de cientos de dólares la botella, y pudieran pasearse por el país en grandes caravanas de carros de gran lujo.

El precio que ha pagado el país por esos habanos y esas caravanas y esos patéticos desplantes ha sido inmenso. El daño que hicieron fue terrible.

Hace cincuenta años, en los Sesenta, El Salvador parecía supremamente bien posicionado para ser el primer país que se desarrollaría en Centro América. Las empresas salvadoreñas invadieron Centro América con productos e inversiones, de tal manera que el país adquirió el prestigio de tener los mejores empresarios, los mejores obreros y la mejor infraestructura del área. Las ventajas del país se volvieron obvias no sólo para los inversionistas centroamericanos sino también para los de fuera de la región, incluyendo los que estaban en alta tecnología. La primera fábrica de microprocesadores en Centro América no fue la de Intel en Costa Rica, y no fue creada en los Noventa. Fue la establecida por Texas Instruments en El Salvador en los años Sesenta. Eso lo destruyó el FMLN con tomas de fábricas, secuestros y asesinatos. Tenían que lograr que no hubiera progreso para justificar su toma del poder.

El FMLN también destrozó el esfuerzo más serio que el gobierno de El Salvador hizo jamás para educar al país con la Reforma Educativa que el ministro Walter Beneke trató de llevar adelante con la ayuda de dos países que han demostrado con su ejemplo cómo las sociedades pueden desarrollarse rápidamente, saliendo de la pobreza e integrándose a la nueva economía del conocimiento: Corea y Japón. Estos dos países estaban dispuestos a hacer con los salvadoreños lo que habían hecho con sus propias gentes. El éxito de ellos habría sido el nuestro también. Pero el FMLN, con su fanatismo ideológico, no podía permitir que El Salvador contradijera sus absurdos prejuicios, que dicen que el progreso sólo puede lograrse dentro un régimen comunista. Formaron el Andes 21 de Junio y lo radicalizaron inyectando la idea que esas reformas iban a destruir al magisterio porque naturalmente, como es en Corea y en Japón y en todos los países desarrollados, los maestros iban a tener que pasar por estudios muy fuertes y trabajar bajo disciplinas estrictas. Así condenaron al magisterio a vivir mediocremente y a varias generaciones de salvadoreños a vivir la vida de los ignorantes. No fuimos ni Corea ni Japón, donde los maestros viven mejor y más dignamente que en El Salvador, porque con su trabajo desarrollaron al país y lo volvieron capaz de pagarles mejores sueldos.

Y, después de todo esto, el FMLN sigue sembrando odio, destrozando las posibilidades de inversión en capital físico y en capital humano. Ellos son los que hacen que crezcamos tan poco. Ellos son la carga terrible que lleva el país.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.