Austeridad en la Asamblea

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17 agosto 2013

Dice Sigfrido Reyes que la Sala de lo Constitucional atenta contra "la política de austeridad del Congreso, al ordenar reinstalar a dos empleados", lo que se puede interpretar como una burla, como un mal chiste, o como una muestra de prepotencia, al despilfarrar fondos en beneficio propio, cuando el país atraviesa por la más severa crisis económica de su historia, gracias al pésimo desempeño de este gobierno, y al descarado enriquecimiento de funcionarios incapaces.

¿Cómo puede hablar de austeridad, si entre las erogaciones presupuestarias en lo que va de 2013, la Asamblea Legislativa asignó cerca de $1 millón, según datos revelados por otro periódico? La increíble suma de $242,604.59 es la cantidad destinada en abril para compra de insumos alimenticios para los diputados, y actividades en las que ellos participan en sesiones de trabajo. Ninguna empresa del sector privado ofrece comida para dichas sesiones. Todos comen en sus casas, según sus posibilidades económicas y su nivel social. O llevan loncheras, con sándwiches, ensaladas o comidas sencillas, que consumen mientras manejan papeles o discuten proyectos.

Pero como esta suculenta alimentación no la pagan los diputados, ellos se permiten el lujo de encargarla a restaurantes gourmet, recetándose banquetazos a costillas de los contribuyentes. Puede deducirse que tras semejante comilona, el cuerpo les demande una prolongada siesta, en lugar de continuar trabajando.

El local de la nueva radio tiene asignado un monto de $174,729, las antenas repetidoras $207,950, y la renovación del equipo del canal de TV legislativa, $49,000. Estos medios están destinados a divulgar el quehacer legislativo y transmitir música para castigo de quienes se atrevan a sintonizarlos, para escuchar las estériles discusiones y los desafortunados criterios expresados en las plenarias, que terminan muchas veces en insultos y acusaciones, más dignos de riñas tumultuarias callejeras que de un palacio legislativo.

Según declaraciones de algunos diputados, mientras esté presupuestado ellos pueden gastar lo que sea, sin preguntarse si es necesario o si están abusando del cargo que ostentan. Los ciudadanos tenemos pleno derecho a exigirles que se pongan la mano en la conciencia, y analicen si es ético, moralmente aceptable, y sobre todo, justo, que mientras ellos derrochan y malgastan estos fondos, los hospitales y las escuelas carecen de lo más elemental. Y que es un cinismo imperdonable hablar de austeridad, y de preocupación por las clases menos favorecidas.

Es lamentable que ARENA no haya actuado como una oposición responsable adoptando una actitud contraria al despilfarro. Qué imagen más diferente habrían dado, si la bancada completa, hubiera rechazado los regalitos navideños de dudoso gusto; si se hubieran opuesto al servicio de alimentos gourmet; si se hubieran negado aumentar el número de miembros de la directiva, con tránsfugas traidores al partido que los eligió, y al considerable aumento en salarios, instalaciones y personal de apoyo que exigieron.

Señor presidente de la Asamblea, señores diputados: Austeridad significa rechazar lo superfluo y conformarse con lo indispensable. Emplear los fondos públicos, de la misma manera como usarían los que salen de sus bolsas. Los contribuyentes no tenemos por qué estar pagando sus lujos, que son financiados con onerosos préstamos que tiene al país al borde del caos. Préstamos que siempre justifican como refuerzos a la red de salud o al sistema educativo, pero que jamás alivian la triste situación por la que atraviesan escuelas y hospitales. ¡Hasta cuándo, señores diputados, abusarán de nuestra paciencia! ¡Cuándo los partidos políticos propondrán para esos cargos, a profesionales probos y responsables, dignos de representar los intereses de los ciudadanos, para premiarlos con nuestros votos!.

*Columnista de El Diario de Hoy.