El cristianismo agoniza en Siria

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24 julio 2013

En las guerras desatadas tras la llamada "Primavera árabe", el cristianismo se ha convertido en un objetivo tanto para los partidarios de los regímenes vigentes como para los rebeldes, cada uno en función de sus intereses particulares. El caso de Siria es, por derecho propio, uno de los más dramáticos.

En el país de Bashar al Asad ya hay vastas zonas donde no queda un solo cristiano. El último lugar en que los símbolos cristianos han sido devastados y los fieles obligados a huir ha sido la provincia de Deir Ezzor (noreste del país), hogar de la comunidad franciscana desde hace casi un siglo. La única iglesia que quedaba en pie fue destruida el pasado día 15 de abril, según informaciones recogidas por la agencia católica Aciprensa.

Todos los indicios sugieren que fueron las propias fuerzas del Gobierno las que destruyeron el templo por medio de un coche bomba, ante la sospecha de que algunos rebeldes podrían haber estado refugiándose en su interior.

Los dos hermanos franciscanos que se ocupaban de atender a la pequeña parroquia fueron evacuados por la Cruz Roja, al igual que un grupo de religiosas teresianas, encargadas del cuidado de diez ancianos sin recursos en una instalación anexa.

Con su salida, ya no quedan cristianos en la zona, según ha confirmado el provincial para los frailes del Cercano Oriente, fray Tony Haddad.

También en la ciudad de Alepo, la segunda más importante del país, se producen ataques contra la minoría cristiana. Se han registrado secuestros de sacerdotes armenios y ortodoxos, y el barrio de Jadida ha sido escenario de asesinatos de cristianos a manos de extremistas islámicos.

El lunes 22 abril dos obispos greco-ortodoxos fueron secuestrados al norte de la ciudad, y su chófer asesinado, en una acción atribuida a los grupos rebeldes que luchan contra el régimen baazista.

Los dos prelados fueron puestos en libertad al día siguiente, y ya están de nuevo en Alepo, para continuar con su labor asistencial.

En el sur, en la ciudad de Sweida queda una comunidad de franciscanos capuchinos, la última de la zona, con dos frailes que todavía resisten en sus modestas instalaciones.

Por lo que hace a la Iglesia Ortodoxa Siria, asegura que todos sus templos han sido destruidos, por lo que no dispone de lugar alguno donde albergar a sus fieles o celebrar sus ritos.

La minoría cristiana en Siria está siendo aniquilada a pasos acelerados, por los unos y por los otros y ante la inacción de la comunidad internacional. (Firmas Press).

*Periodista español. Miembro del Instituto Juan de Mariana (España).