El 412

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16 julio 2013

¿Estamos todavía en guerra? Pareciera que el devenir de los hechos políticos responde a intereses ocultos, más vinculados con la destrucción del sistema democrático que con la construcción de una sociedad como la delineada en nuestra Constitución y en los Acuerdos de Paz del año 1992. ¿Estamos construyendo o destruyendo?

En una publicación de 1832, Carl von Clausewitz escribía que "la guerra es la continuación de la política por otros medios." Pero a finales del siglo pasado, Michel Foucault introduciría el concepto de "la política como la continuación de la guerra por otros medios", jugando con la afirmación de Clausewitz.

Si buscáramos racionalidad de todo lo que se aprueba en la Asamblea Legislativa, de las acciones del Ejecutivo y del fortalecimiento del poder del FMLN a través de constituir un nuevo poder económico, podríamos concluir en una visión de la política como la misma guerra por otros medios. No caen en la cuenta los dirigentes del FMLN que al operar así terminan por corromper y hasta destruir los fundamentos de su sueño.

A todos los ciudadanos de buen corazón nos lastima la realidad de pobreza en la que todavía viven muchos compatriotas. Pero difícilmente creeremos que esta realidad de pobreza se combatirá con la nueva realidad de riqueza de muchos de los dirigentes de partidos políticos conocidos. Ojalá que se logre en el país consolidar las instancias que mantengan bajo control el dinero mal habido. Es urgente fortalecer la unidad de probidad de la CSJ y la Corte de Cuentas.

En este contexto no puede ser casualidad la necedad de los señores diputados de elegir en contra de las sentencias de la Sala de lo Constitucional. Para los diputados del FMLN puede ser que haya algún justificante en su ideario político-militar. ¿Pero qué motiva a los demás diputados? Y además, en un nuevo madrugón de los que evitaría el diputado Sigfrido Reyes, aprueban un decreto vergonzoso como el 412, ahora vetado por el Presidente de la República.

El decreto mordaza no evitaría que ciudadanos continúen afirmando lo que para otros es ofensa o injuria. Sólo se necesita preguntar a quién de los candidatos se le acusa de ladrón o de asesino, y se sabrá a quién nos referimos. ¿Cómo se denigra si el fundamento es verdadero? ¿Cómo se daña la imagen si ya de por sí es mala? La Asamblea Legislativa debería pedir disculpas, avergonzada, por haber aprobado leyes inconstitucionales. No bastó la lucha contra el decreto 743 para motivarles a convertirse en defensores del debido proceso, la institucionalidad y la Constitución. Han sido tres elecciones de magistrados para la Corte de Cuentas violando consistentemente las sentencias de la Sala.

El presidente Funes perdió una oportunidad de oro para fortalecer la construcción de un nuevo El Salvador, continuando los esfuerzos de reducción de la pobreza y alineando los efectos del crecimiento económico hacia los sectores más vulnerables. Decidió buscar una esquina desde donde atacar al sector privado, alienó a aliados importantes y críticos para lograr el desarrollo. Ahora el país yace postrado. Los verdaderos líderes hubieran comprendido la necesidad de mayor institucionalidad y el gobierno hubiera tenido espacio para liderar.

Cuatro años después, el país que heredaremos está peor. La economía ha sido prostituida por los Alba negocios, financiados con dinero de Venezuela. La política cada vez más corrompida por los millones y los intereses creados. Los políticos más enriquecidos y la población sin reconocer cuál es el sueño posible.

El nuevo presidente tendrá que reconstruir la esperanza de un futuro factible más allá de las prebendas, más allá de los "ahora me toca a mí", más allá de los que piensan que el país se construye solo para unos. Para tener futuro, el país que se construya debe ser para todos.

*Columnista de El Diario de Hoy.