La educación sin imaginación y sin rumbo a largo plazo

cambios La educación en El Salvador debe responder al país que queremos construir, cuestión que supone no sólo consenso entre la población, convertirlo en un objetivo de nación sino también construirlo a mediano y largo plazo

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13 julio 2013

La semana pasada recogí en este espacio los resultados de una serie de experimentos sobre la importancia de la imaginación, incluso como "energía motora", realizados por el departamento sueco de Neurología del Instituto Karolinska; a partir de estas investigaciones me referí a la necesidad de incorporar en los procesos educativos, desde los niveles básicos, la imaginación como una herramienta esencial para las nuevas generaciones.

Al finalizar el artículo, lamentaba, y lo hago nuevamente con amargura, que en El Salvador poco o nada se reflexiona, se discute ni mucho menos se ponen en marcha, en el sistema educativo público, procesos sobre la calidad educativa, lo que implica incorporar y desarrollar la imaginación.

En cambio se insiste y se pregona a los cuatro vientos que el máximo logro de este gobierno es el vaso de leche - dos días por semana-, los cuadernos, los uniformes y zapatos.

Recibí varios comentarios de rechazo a través del correo electrónico sobre el tema; de manera particular me acusan de no querer reconocer un logro que ningún gobierno de Arena había alcanzado en los últimos 20 años, el vaso de leche.

No es mi intención rebatir ni entrar a esta polémica, mucho menos menospreciar el que miles de estudiantes tengan ahora al menos un vaso de leche dos días a la semana, cuadernos, uniformes y zapatos; sin embargo, que este sea el máximo logro del gobierno, deja mucho qué desear sobre todo de cara al presente y futuro de los jóvenes salvadoreños, que deben estar mejor preparados para enfrentar a la sociedad actual caracterizada por la alta tecnología.

Es más, este elemental logro oscurece las líneas estratégicas a mediano y largo plazo, que conviertan a la educación en un elemento esencial para sacar al país de la pobreza y del subdesarrollo.

Hace una década, una comisión del Parlamento Europeo, y tomo esto porque se trata de una visión alejada a la politización a la que estamos acostumbrados, planteaba que la educación y la formación desempeñan un papel esencial en la lucha contra la pobreza y en el desarrollo, para esto se debe trabajar en tres prioridades: una, la educación básica y, en particular, la enseñanza primaria y la formación del profesorado; dos, la formación relacionada con el empleo, y tres, la enseñanza superior, sobre todo, a nivel regional.

En relación a la prioridad uno, educación básica, señalo cuatro de nueve líneas: uno, aumentar considerablemente los recursos totales consagrados a la educación, en particular la educación primaria; dos, mejorar la eficiencia de los sistemas educativos; tres, aumentar las posibilidades de acceso a la educación y fomentar la gratuidad y la obligatoriedad de la enseñanza primaria, y cuatro, hacer hincapié no sólo en el aspecto cuantitativo de la educación, sino también en lo cualitativo.

Es obvio que esto supone una estrategia a mediano y largo plazo, decisiones que deben tomarse en su momento y que se van midiendo con estadísticas adecuadas sobre educación. Y he aquí quizá lo que más echamos de menos en la actual gestión, además de no contar con un Ministro de Educación a tiempo completo y pleno, de caer en casi todos los indicadores educativos, no existe una visión de la educación de mediano y largo plazo, donde se van ejecutando acciones que responden a objetivos claros y que se van midiendo de cara a mejorar las competencias.

Al igual que el vaso de leche, ahora se están proponiendo, como gran idea, las Escuelas Inclusivas de Tiempo Pleno que, por definición, deberían de ser inclusivas en todo su sentido y por principio hechos positivos. Pero se trata de acciones que carecen de financiamiento a mediano plazo y que vivirán siempre y cuando países amigos destinen fondos económicos, como sucede con el plan limitado de las Escuelas Inclusivas a Tiempo Pleno financiadas con fondos italianos.

Una educación de consenso, con fines y estrategias claras y definidas, que va a la par del país que queremos construir a mediano plazo, poco o nada se han propuesto en esta gestión; hace falta ---y en este período poco o nada se ha hecho en la formación a los profesores--- generar unos contenidos curriculares novedosos que incluyan la imaginación y creatividad, impulsar la investigación y las nuevas pedagogías educativas, enfrentar con éxito a la sociedad del conocimiento y, sobre todo, vincular a la educación con el país que queremos construir.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com