Vive en la tercera planta de un apartamento en el Centro Urbano Montserrat de esta capital, el cual pudo comprar por cuotas durante la gestión del gobierno de Napoleón Duarte. Su vivienda consta de dos cuartos, un baño, una pequeña cocina y una sala en donde recibe las visitas de sus familiares y amigos. Manuel Humberto Batres, de 82 años, tiene una pensión de 190 dólares mensuales que, según él, debe saber administrar para salir con todos sus gastos.
“Yo recibía una pensión menor, que era de $80 dólares y tuve que rebuscarme para que me la aumentaran y por eso recibo $207, y ya con los descuentos del Seguro Social me dan solo $190”, explicó.
“Con este poquito de dinero que recibo tengo que pagar la luz y el agua (50 dólares mensuales), comprar medicinas (80 dólares mensuales) ya que soy diabético y, a raíz de mi enfermedad, perdí mi pie”, manifiesta quien en su juventud trabajó reparando motores de barcos en la Refinería Petrolera de Acajutla.
“Además me toca mantener a mi esposa que nunca se jubiló porque toda su vida ha sido ama de casa. También ayudo a algunos de mis hijos que aún están conmigo”, refiriéndose a dos de sus siete hijos que viven en el apartamento y que trabajan ocasionalmente.
Adicionalmente, su dieta de diabético es muy estricta y le cuesta unos $40 dólares mensuales aparte de otros gastos imprevistos.
“Me gustaría que mi pensión fuera de 500 dólares, ya que el costo de la vida en nuestro país es alto, y con lo poco que me dan no me alcanza, así podría tener computadora con Internet para poder seguir educándome, abrir mi correo electrónico y así comunicarme con mi familiares; revisar mi Facebook y mantenerme bien informado por medio de las redes sociales, leer libros y estudiar la Biblia y seguir dando clases de inglés”, enfatizó.
En la pared de la sala de su casa cuelga un diploma que lo certifica como doctor en motores, una de sus pasiones. Contaba con su propio taller de mecánica general el cual poco a poco cerró, y en una ocasión impartió clases de ingles gratuitamente a niños de escasos recursos. También se especializó en electromecánica y en su juventud trabajó además de tenedor de libros. “Me gustaría ser periodista”, confiesa.
Cuando tiene cita en el ISSS, Humberto pide ayuda a sus vecinos o familiares para que lo bajen desde la tercera planta para poder asistir a su consulta. “A veces me bajo sentado por las gradas porque mi esposa no me puede cargar, y tengo que rebuscarme para ir a mi consulta. Lo peor de todo es que los del ISSS me dan transporte para ir a mi cita. Yo los espero afuera en la parada de buses, pero muchas veces me he quedado plantado por que no pasan, y tengo que incurrir en gastos de transporte. En el bus me sale barato, pero por mi condición se me dificulta más ir y tengo que pagar taxi”, dijo.
En la sala de su casa se observan los sillones viejos y algunas maletas amontonadas de su hijo que, por problemas con su pareja, se ha mudado recientemente al departamento, mientras se estabiliza su situación. Otro hijo vive con él en otro cuarto, pero gana para su propia familia y le ayuda muy poco. En total tiene siete hijos, algunos fuera del país, pero también muy poco se acuerdan de él y no le envían nada, y los que viven aquí por su situación económica no pueden apoyarlo.
sssDon Batres jugó en la Liga Mayor de Fútbol, en el Juventud Olímpica, en 1968, donde sólo pudo jugar dos meses por una lesión en su rodilla izquierda. Aquí lo entrenó Salala quien en aquella época jugo con el Alianza. Con el tiempo se incorporó a la Primera Liga Burocrática IVU. Trabajó 23 años en la Dirección de Urbanismo y Arquitectura, DUA.