Un aparente pleito de linderos y un camino para supuestamente explotar una mina de piedra caliza podrían ser los principales móviles que acabaron con la vida de una pareja de 87 y 85 años el martes anterior en cantón Tecomapa, Metapán en Santa Ana, según algunos familiares.
La versión de los asesinatos no fue confirmada ni rechazada por la Policía local. Un agente manifestó que no se encontraba el oficial autorizado para referirse al caso, pero lo cierto es que desde las 11:00 de la noche del martes los restos de Bertín Gutiérrez , de 87 años, y de Evangelina Magaña Mancía, de 85 años, ultimados entre las 6:00 y 7:00 de la mañana del martes, eran velados en la casa de su nieto ayer al mediodía.
La fatalidad sucedió cuando el matrimonio se movilizaba en un pick up de su casa a la vivienda de su nieto, a unos cinco kilómetros de distancia, cuando fue interceptado por varios sujetos que le dispararon.
Según los primeros informes, el señor fue sacado del vehículo mientras su esposa fue asesinada dentro del automotor en el asiento del copiloto. “A ellos ya los estaban esperando, el vehículo quedó casi a las riberas de un río”, afirmó un familiar.
Evangelina Magaña Mancía, de 85 años, y Bertín Gutiérrez, de 87
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A Bertín “lo sacaron del vehículo, le dieron un disparo en la cabeza, luego lo patearon y al parecer, en su defensa, se agarró de un matocho de zacate y ahí quedó hasta que llegaron las autoridades a reconocerlo”, afirmó el familiar.
Considera que asesinaron a la señora para no dejar testigo del hecho, ya que el ataque iba dirigido a Bertín. Uno de los familiares, adonde se dirigían las víctimas, ordeñaba vacas cuando fue avisado del doble asesinato, quien de inmediato salió al lugar y se encontró con sus abuelos muertos sin aparente explicación.
Tras más de 24 horas del hecho este miércoles, la Policía de Metapán no ha revelado cuál es la principal línea de investigación, lo único que manejaban es que los señores tenían buenas relaciones con sus vecinos, no tenían problemas con nadie, ni eran extorsionadas, tampoco habían sido amenazados.
Aparentemente no había motivos que dieran luces a las autoridades para esclarecer las muertes.
A la espera de otros parientes del exterior, los restos de los abuelos serán enterrados hasta el sábado en el cementerio general de Metapán.
El doble crimen ha consternado a todo el municipio, que hasta ahora ha sido uno de los más tranquilos de El Salvador a diferencia del resto del país, donde se registra un promedio de 11 asesinatos diarios, y que en la mayoría de los casos quedan impunes.
Tecomapa es un cantón que está casi a las riberas del lago de Güija y a unos tres kilómetros del centro de Metapán.
El cantón no despierta temor, pues en sus calles solo se observan camiones que transportan piedra, cemento y cal, que es lo que se produce en la zona. Además, se ven potreros, vacas, caballos y diversos cultivos.
El matrimonio procreó siete hijos; cuatro mujeres y tres hombres, estos últimos residen en Estados Unidos desde hace más de 30 años, uno de ellos ya llegó y dos más arribarían en las próximas horas para sumarse a las honras fúnebres de sus padres.
Los difuntos padres y abuelos dejan más de 65 manzanas de potreros y el ganado con el que trabajaban a pesar de su avanzada edad.
Según un hijo, sus padres hicieron sus bienes a puro sudor y esfuerzo, toda su vida trabajaron atendiendo comedores en Metapán.
De lo que realizaron en el comercio compararon tierras y reses, para dedicarse a la agricultura y la ganadería.
Un vecino manifestó que Bertín, a pesar de su edad, acostumbraba levantarse temprano en la mañana, todos los días, para dirigir las faenas diarias que lograba con la contratación de jornaleros de la zona.
Vecinos y parientes coinciden que una persona a quien no quisieron identificar pudo haber mandado a matar a los señores para apoderarse de una franja de uno de sus terrenos y, de esa forma, explotar una mina de piedra caliza, un material presente en diversos sitios de ese municipio.
Ese problema los habría llevado hasta los tribunales de justicia, donde le dieron la razón a las ahora víctimas de un nuevo episodio sangriento que apunta a la impunidad.