Araujo tiene que renunciar

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11 julio 2013

La declaración de independencia del magistrado electoral Walter Araujo ha provocado un nuevo debate sobre el carácter del Tribunal Suprema Electoral, pero con argumentos sumamente hipócritas.

Dicen algunos: Qué bueno que al fin un magistrado se haya declarado independiente de todos los amarres partidarios, ¿y no es esto lo que siempre pedimos: un tribunal con magistrados independientes?

Suena bonito. Sin embargo, es una gran falacia argumentar así. En un sistema como el nuestro, en el cual la confianza de los partidos en el proceso electoral está basada en la representación directa de los partidos en el Tribunal Electoral, donde se vigilan mutuamente para que nadie pueda hacer fraude, no se puede tocar la correlación de fuerzas dentro de este tribunal sin afectar la confiabilidad del proceso.

Si un partido pierde a su magistrado de confianza, porque de repente se declara "independiente" (y al mismo tiempo entra en un gran berrinche público contra su partido), mientras que los demás magistrados mantienen su carácter partidario, la justicia electoral ya no está garantizada.

Esto nada tiene qué ver con la reforma electoral, que casi unánimemente está pidiendo la sociedad civil, y que consiste en cambiar de fondo el mecanismo de la justicia electoral, creando un Tribunal Suprema Electoral compuesto por magistrados jueces, por definición independientes de los partidos, que asuma la jurisdicción sobre los asuntos electorales. En este caso, obviamente, todos los magistrados dejarían de ser representantes de partidos y serán nombrados de otra manera: ya no de ternas propuestas por los partidos, sino de una forma parecida a la elección de magistrados de la Corte Suprema.

Confundir esta exigencia de crear una instancia independiente y desvinculada de las militancias y los intereses partidarios con el actual debate sobre la situación del magistrado Araujo, es absurdo y engañoso.

Como no soy jurista, no estoy seguro si ARENA, en la situación creada por las declaraciones de Araujo, tiene derecho de exigir que se sustituya al magistrado que ha perdido la confianza de su partido. A lo mejor no. Lo que me parece obvio es que Walter Araujo, si tuviera intenciones sanas de aportar a la transparencia del proceso electoral, debería renunciar de su cargo en el Tribunal.

Walter Araujo, como cualquier otro, tiene todo el derecho del mundo de criticar y exigir cambios a sus antiguo partido, de descalificar a las autoridades partidarias, e incluso en convertir todo esto en una campaña pública. Sólo que no es compatible con su investidura como magistrado del Tribunal Electoral. Y mucho menos con su responsabilidad específica de asegurar que el partido que lo propuso tenga plena confianza en el proceso electoral.

Porque esto es el mecanismo que como resultado de los Acuerdos de Paz se implementó en El Salvador, para asegurar la justicia electoral en un país donde ningún partido confiaba en el otro. Luego de muchas discusiones, se optó por un Tribunal Supremo Electoral, en el cual los partidos se vigilan mutuamente. Y para organizar y administrar los eventos electorales, este mecanismo ha sido sumamente exitoso y confiable. Es por esto que no hemos tenido fraudes electorales ni mayores desconfianzas en el sistema. Pero insisto: Esto funciona, cuando los partidos se sienten representados dentro del TSE. Está basado en desconfianza.

Sigue pendiente la reforma electoral que separe la administración de las elecciones de la función jurisdiccional. O sea, hay que crear un Instituto Electoral que siga funcionando con participación directa de los partidos, y un Tribunal con magistrados jueces profesionales e independientes.

Lo que no se vale es, sin ninguna reforma, introducir la "independencia" de un solo magistrado y así cambiar la correlación interna dentro del TSE existente. Todos sabemos que una vez que un bloque de partidos adquiere cuatro de los cinco votos en el TSE, tiene manos libres para cualquier decisión arbitraria. Con dos magistrados cuidando los intereses del FMLN, más uno de Gana, más Walter Araujo en campaña, y sólo un magistrado representando a la oposición, no puede haber confianza en el Tribunal. Walter Araujo tiene que renunciar.

*Columnista de El Diario de Hoy.