Comenzaremos al final, que es la manera de empezar a leer un libro medieval, donde el título es presentado al final del manuscrito. Así, el título de la magnífica tragedia de Geoffrey Chaucer se encuentra en la última línea: Explicit liber Troili et Criseide, o sea, aquí termina el libro de Troilo y Criseida.
Aquí, Chaucer también encomienda su obra maestra al mundo, como quien está enviando un niño desprotegido al mundo, con “Vaya mi libro pequeño, vaya mi tragedia diminuta…”.
La tragedia de Troilo y Criseida es la obra más elegante y completa de todas las obras de Geoffrey Chaucer, quien estaba escribiendo su tragedia de Troya ca. 1380, Londres, en la corte del Rey Ricardo II.
Inicia su bella tragedia con anunciar que antes de que nos separemos uno del otro (hablando directamente con el lector o con el grupo de damas y caballeros de la corte a quienes él está leyendo en voz alta), les voy a contar el “doble tristeza” de Troilo, hijo del Rey Priamo de Troya.
Troilo, el “pequeño hombre de Troya”, al principio, cuando encuentra a la linda viuda Criseida en misa, se burla y se ríe del Dios del Amor, porque él, en su arrogancia, declara que no va a caer en las trampas del amor.
Pero herido por la flecha de Cupido se va a la cama enfermo de amor por la mujer. Se pregunta ¿si esta es la felicidad de amor, por qué me siento tan mal? ¿Si este amor es malo, por qué deseo seguir con el trajín?
Recuerden que en el tiempo interno del poema estamos 1200 años antes de Cristo, en la ciudad amurallada de Troya, asediado por los griegos bajo el mando de Agamenón y Menelao, esposo ofendido de Elena, raptada por París.
Pero, al mismo tiempo, en el mismo poema, estamos en la corte elegante de Londres ca.1380. Están en la misa, pero el dios Apolo, Venus y Cupido están presentes también a la misma vez.
Es que Chaucer, imaginamos, fue a la peluquería un día y mientras estaba esperando, leyó una revista parecida a Vanidades, en la que encontró un cuento de Troya escrito por su contemporáneo, Giovanni Boccaccio, con el título Il Filostrato (él quien está frustrado en el amor). Aquí veamos un Troilo con motocicleta y con chaqueta de cuero negro, anhelando cometer el pecado de lujuria con la niña Criseida, disponible por allí en la esquina de la calle.
Capturado por el cuento de Boccaccio, Chaucer presta el tema, pero eleva el estilo y escribe otra historia (parecida) de amor cortés y gentil de dos adolescentes durante la Batalla de Troya en que Chaucer nos presenta el pasado como brillante, refinado y aristocrático en cinco libros largos en verso. Este es el poema que Chaucer leyó en voz alta a las damas y héroes de la corte del Rey Ricardo II.
En los tiempos de Chaucer, el Rey Ricardo, históricamente tenía unos 15 años en este momento, y así podemos apreciar que la gente de la corte eran adolescentes así como él. Es que el muy listo Geoffrey Chaucer, empresario de los muelles, nada aristocrático, había logrado casarse con una de las damas de la reina de la corte, una tal Philippa. Lo encontramos, entonces, en la corte aristocrática de Londres.
Ahora, los ingleses empresarios y aristocráticos deseaban presentarse al mundo no como los griegos, sucios y peludos con lanzas, sudando en la playa ante la ciudad de Troya. Los ingleses querían presentarse como los ricos comerciantes, prestigiosos y tranquilos aristócratas troyanos. Así, denominaron a Londres, en Anglo-Normand, después de la Conquista Normanda, la ciudad de Troy Novaunt (Nuevo Troya).
En el poema trágico y elegante, Criseyda, convencida de que ya que los griegos iban a conquistar a Troya, y ella sola, una viuda sin parientes más que su tío Pándaro, deberá buscar un protector.
El poema es, como nos enseña Aristóteles en su Poética, compuesto de cinco libros: los dos primeros libros crean el suspenso para cuando Troilo y Criseida al fin terminan en la cama, en la cima poética en el Libro III, donde presenciamos la consumación de su amor. Los últimos dos libros son el dénouement, el desenredo del complot.
O sea, es una tragedia en forma clásica de cinco libros que llegan en medio a la consumación, y el final del amor-es decir, la doble tristeza de Troilo quien gana, y, después, pierde a Criseida.
Cuando los griegos capturan a Troya hay un debate en la Asamblea Legislativa sobre el canje de prisioneros de guerra y, por mala suerte, para salvarse, el padre de Criseida (Calcas-el mismo que en Homero), había traicionado y desertando a Troya cuando fue saqueado por los griegos, y se va a unirse con los griegos victoriosos.
Obviamente, este pone a su hija, Criseida, en una posición precaria. Los griegos, por la petición de Calcas, su padre, pide que su hija, Criseida, sea canjeada por el heroico guerrero griego, Antenor. Criseida es, entonces, entregada al hombre fuerte de los griegos, Diómedes, el mismo que en La Ilíada.
Separado de Criseida, Troilo se mete en la parte más fuerte de la batalla (una suerte de suicidio) y escuchamos el reporte de su muerte. Pero antes, Criseida, solita en Grecia, necesitaba un protector en el nuevo mundo griego y acepta el amorío con Diómedes. Ahora estamos en Grecia, y la esfera es pública, militarista y masculina-no refinada como en Troya que era poderosa. Pero no hay que perdonar a Criseida su infidelidad, declara Chaucer.
Criseida es, por falta de valor y demostrando el carácter que la civilización occidental siempre atribuía a las mujeres, cambiante de disposición, temperamento y vacilante en sus deseos-todo por miedo a la condición de presa de guerra, sola, y bajo control del poderoso Diómedes. Es infiel a Troilo. Aquí no debemos de olvidar que estamos en un pasado pagano, que Chaucer nos explica, es un país extranjero y allí hacen las cosas de una manera diferente. Chaucer, en este momento, simpatizando con Criseida--pero no perdonándola--introduce en su poema una canción: “¡Amor, que de la tierra y mar, tiene la gobernancia!”.
Mientras tanto, cuando muere Troilo, nos dice Chaucer, su alma vuela a la octava esfera de los cielos y canta que está contemplando, desde la altura, el punto miniatura que es la Tierra, abrazada por el mar y Criseida parece ser solamente la carreta pequeña de Diómedes.
Chaucer declara a los jóvenes cortesanos de Londres la moral de su bello poema de amor troyano. Es que el amor cortés--refinado y gracioso que parece-termina, inevitablemente, como la suerte de Troilo y Criseide. Chaucer dirige una canción a los jóvenes cortesanos:
O, gente joven, frescos, ya sea varón o señorita,
En quienes crezca el amor por su edad,
Aléjense de la vanidad del mundo y
Buscan el mismo Dios que les ha creado en su imagen,
Y consideran que todo es nada más que una feria,
Este mundo que pasa tan pronto como las bellas flores.
FIN