“La verdad es que, aquí, soy un milagro”

El enfermo, de 57 años, sufrió un infarto agudo hace dos años y a los 16 días se le practicó el cateterismo, pero su familia tuvo que comprar los dispositivos porque el ISSS no tenía

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Unidad de Terapia Endovascular del Seguro Social en donde se le hizo un cateterismo diferido

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23 April 2016

Antonio Rodríguez, un paciente al que se le realizó un cateterismo diferido en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) el 16 de mayo de 2014, dice estar vivo de milagro después de sufrir un infarto agudo al miocardio.

Aún tiene fresco el recuerdo cuando a la 1:30 de la madrugada, del 30 de abril de ese año, comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho.
Su familia llegó casi a las dos de la mañana a emergencias de Especialidades del Seguro Social, pero lo atendieron una hora después, luego que le dijeran al médico de turno que le dolía el pecho.

Hasta ese momento no sabían la magnitud del infarto, el cual fue grado 4 (cercano a la muerte súbita).

El cardiólogo que atendió a Antonio el siguiente día, le explicó a su esposa lo grave del caso, incluso le informaron que corría el riesgo de morir por el daño y obstrucción en sus arterias.

Mientras llegaba el día de realizarle el cateterismo, Antonio estuvo con medicamentos para tratar de controlarle el coágulo que le obstruía la arteria producto de una aterosclerosis o placa de grasa.

Mientras estuvo con los medicamentos, el paciente relató que  sentía un dolor extraño y agudo.

“El cateterismo me lo hicieron a los 16 días y la verdad es  que, aquí, soy un milagro”, dice Antonio al darle gracias a Dios una vez más.

Si el infarto fue un problema que lo tuvo al borde la muerte, realizarle el cateterismo también se volvió un inconveniente porque no habían stent: un dispositivo que se introduce en la arteria para corregir el estrechamiento provocado por la aterosclerosis (placa de grasa).

Los stent o dispositivos que urgía Antonio eran especiales o del tipo medicado. Según los cardiólogos, le llaman así porque el aparato va liberando con el tiempo un medicamento para que no se vuelva a cerrar otra vez la arteria.

El paciente contó que en ese momento el Seguro Social no disponía de stent medicado, y dada la gravedad de su caso, su familia tuvo que comprarlos en un hospital particular.

Fueron dos stent medicados los que compraron, cada uno a un costo de $2,250.

Pero Antonio necesita que lo pongan dos aparatos más en otra arteria, la cual presenta un daño del 99 %, según relató: “Yo necesitaba cuatro stent, solo me pusieron dos; nos dijeron que no me pusieron los otros dos por la condición (de gravedad) en la que yo iba”.

Dos años de espera
Desde que le colocaron los dos stent el 16 de mayo de 2014, Antonio está esperando que le coloquen dos más en su otra arteria dañada.

El paciente contó que hace dos meses se los iban a poner, pero el día en que le realizarían el cateterismo llegó otra persona infartada, por lo que los dos dispositivos fueron ocupados en esa persona.

En el ISSS le han dicho que el procedimiento se lo harán la primera semana de mayo. Agregó que lo que le queda es orar para que ese día no llegue otra persona con infarto y le tengan que poner los dos stent que necesita.

Efectos de medicamento
La vida de Antonio ha cambiado por completo, ya que a sus 57 no puede realizar ninguna actividad física.

“No puedo levantar ninguna cosa pesada porque me canso; tampoco puedo caminar grandes distancias”, dijo.

Durante dos años ha estado tomando algunos medicamentos que los especialistas le han recetado para evitar que se le forme otro coágulo en la arteria; pero el problema es que sus efectos le han dañado la vista. “Me cuesta mucho ver”, relató Antonio.

Para caminar, él se auxilia de su esposa e hijas.

Los especialistas aseguran que si el ISSS hubiese tenido un programa de emergencia las 24 horas y siete días a la semana, al paciente se le habría  practicado un cateterismo de urgencia (angioplastía primaria) y no tendría las complicaciones con las cuales vive, según él, “de milagro”.