Calzados pero condenados a seguir pobres

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04 mayo 2013

La dependencia que han creado en nuestra sociedad las remesas y los esquemas de clientelismo político, está estimulando una enorme tentación a los contendientes de la campaña electoral. La tentación de prometer regalías que el país no puede pagar.

El populismo es un riesgo mayúsculo para la sostenibilidad de las finanzas del Estado. Ya estamos casi quebrados y ya están endeudados nuestros nietos no nacidos. Sin embargo, las mayorías siguen acomodándose a la nociva dependencia de lo regalado, lo fácil, las soluciones gratuitas sin responsabilidad personal. Ya no quieren atarraya para pescar, quieren el pescado ya cocinado, bien aderezado, con verduras y tortillas.

Hay una gran diferencia entre combatir la pobreza y manipular la pobreza para fines de acumulación de poder político. Desde el 2006 el número total de pobres ha aumentado en medio millón de personas, pese a numerosos programas "sociales" tan generosos.

Se gastan 80 millones al año en uniformes escolares y zapatos, ese programa tan popular y célebremente ineficiente en su ejecución. El alivio temporal al bolsillo se agradece, por supuesto. Pero cada regalo (dinero para gas propano, zapatos, uniformes, semillas) va formando un perverso hábito, igual que las remesas.

El problema es que el alivio de corto plazo, el parche inmediatista, no cambia la condición de fondo del individuo. Podrán estar calzados los muchachitos en las escuelas públicas, pero con la deficiente educación que reciben seguirán siendo pobres por décadas. Así como vamos sólo aprenderán a esperar obsequios del Estado.

Sin embargo, no todos los padres agradecidos pagarán la regalía con su voto. Algunos tomarán con alegría la dádiva pero votarán por otro candidato o se quedarán en casa el día de la elección. Pero es una minoría la que tiene suficiente sentido común para darse cuenta que el aula, la escuela, el maestro y la enseñanza son una calamidad impresentable, y al fin de cuentas eso es lo que verdaderamente importa.

El problema de país, a futuro, es que tenemos una mayoría que sí le daría su voto al que regala un par de zapatos. El "mercado" para el populismo es grande dadas nuestra insuficiencias de visión y nuestra cultura de corto plazo, alimentada en gran parte por la necesidad inmediata de las grandes mayorías, fruto de la crisis económica.

Es grande la tentación de hacer promesas irresponsables y adherirse al populismo, esa maligna droga que envenena y dificulta el desarrollo real de la persona. Tristemente, el candidato que se aleje del populismo es el que la tiene más difícil en el 2014.

Plantear un ofrecimiento electoral responsable, coherente, técnicamente sustentado (lejos del populismo) y que logre seducir al votante mayoritario es un gigantesco reto. Requiere soluciones bien pensadas, un buen equipo y una enorme capacidad de traducción y de creatividad en comunicación. Pero eso es lo que el país necesita dada su delicada situación financiera: candidatos responsables con sustento técnico.

No es fácil, pero hay que explicarle a la gente a nuestro alrededor, de forma sencilla, que son bienvenidos los zapatos si el Estado puede pagarlos. Pero es mucho más importante transformar el deplorable sistema educativo, para que sus hijos salgan del círculo vicioso que les condena a una vida de mera subsistencia y perpetua pobreza.

Quienes entendemos el riesgo y tenemos algún grado de influencia tenemos la obligación moral de hacer conciencia a nuestro alrededor, de explicar, de luchar contra lo emocional y defender la racionalidad, de denunciar el inmediatismo. Ayudemos a vacunar a nuestra gente contra el populismo, porque ya no queremos ese grosero clientelismo político que condena a la gente a seguir pobre y dependiente.

*Colaborador de El Diario de Hoy.