Despliegue policial ha obligado a los pandilleros a enmontañarse

Un contingente de más de 125 policías rurales ha sido desplegado en la zona costera de Jiquilisco, Usulután.

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Los policías aseguran que las comunidades han comenzado a colaborarles; les han destruido tres campamentos a pandilleros.

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15 April 2016

Desde mediados de febrero, la zona sur de Jiquilisco goza de una relativa calma. Al menos los homicidios han bajado notablemente y se percibe un aumento de la presencia policial y militar en ese sector donde las pandillas habían llegado al colmo de robar lanchas con su equipo a los pescadores, y donde altos funcionarios del Ministerio de Seguridad o investigadores policiales pedían seguridad para desplazarse por ese sector.

Sin embargo, ahora Jiquilisco cuenta con uno de los más grandes despliegues de Policía Rural y fuerzas militares.

“Creo que Jiquilisco tiene la mayor base de la Policía Rural” indicó uno de los agentes encargados de patrullar el sector.

Por si eso fuera poco, a la Policía Rural se han sumado varios equipos de choque de la Subdirección Táctica Operativa (STO) y en la Isla de Méndez han instalado una base  del Grupo de Reacción Policial (GRP). 

De acuerdo con las fuentes, en la zona costera de Jiquilisco han sido desplazados 127 elementos de la Policía Rural, incluyendo gran número de agentes de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) que fueron relevados de esa unidad luego de que no contuvieran una manifestación hacia Casa Presidencial, de policías que exigían mejor salario para el personal del nivel básico.

Desde julio de 2015, cuando se cometieron tres masacres en ese mismo mes en la zona del Bajo Lempa, El Diario de Hoy mantuvo un monitoreo en ese sector sobre el comportamiento de homicidios y el accionar de supuestos grupos de exterminio.

A principios de este mes, se realizó el último recorrido por toda la zona costera de Jiquilisco. 

“Prácticamente hay una patrulla de tres elementos en cada caserío o comunidad” afirmó uno de los agentes  destacados en el sector.

Refuerzos de La Unión y Morazán

A principios de 2015 varios elementos de la Unidad Antipandillas fueron destacados en el puesto policial del cantón El Zamorán y Tierra Blanca.

Estos equipos se encargaron de corroborar prácticamente, los informes que los policías locales hacían constantemente donde indicaban que tanto la mara Salvatrucha (MS-13) como la pandilla o Barrio 18 eran reforzados o apoyados por mareros o pandilleros de los departamentos de La Unión y Morazán.

“Comenzamos a observar que cuando se hacía operativos o mataban pandilleros, esos vacíos eran llenados por pandilleros originarios de La Unión y Morazán que obviamente eran desconocidos en estos lugares”, afirmó un oficial de la PNC de Jiquilisco.

A raíz de lo anterior, la Policía decidió que lo más prudente era que se trajera como apoyo a elementos de la Policía Rural de esos dos departamentos, quienes de alguna manera conocían a los pandilleros oriundos de allá.

Municipio estabilizado

Desde que se incrementó la presencia de la Policía Rural en la zona del Bajo Lempa, los homicidios han disminuido. Las últimas muertes violentas ocurrieron el pasado 25 de marzo en la Isla de Méndez, donde  José Cañas y José Gómez murieron al enfrentarse a policías del GRP destacados en ese cantón.

De acuerdo con las fuentes policiales y testimonios de lugareños, los pandilleros se han enmontañado para evitar ser capturados o morir al enfrentarse con la Policía.

“Andan todos secos (flacos), peludos y hambrientos. Se han enmontañado”, explicó un policía de la Rural, con tono triunfal.

Los policías tienen la certeza de que han arrebatado el control que en la zona mantenían los grupos de pandillas y afirman que los lugareños han comenzado a confiar en ellos a tal punto de que la colaboración ciudadana les ha permitido la destrucción de tres campamentos, incluyendo una casa donde descansaban.

“La verdad es que aquí la gente nos está colaborando bastante porque han visto el cambio; hemos encontrado la manera de que mucha gente se comunique con nosotros. Así como los pandilleros tienen sus postes, nosotros también tenemos nuestros informantes”, indico un agente.

“Los pandilleros ejercen el control con base en los postes que tienen. Los teléfonos les permiten enterarse los desplazamientos de la Policía y de la entrada de extraños a estos lugares”, continuó la frente.

Pero el hecho de obligarlos a enmontañarse ha derivado también en que la mayor de las veces se les agoten las baterías de los teléfonos, entonces quedan incomunicados.

“Quedan ciegos”, resumieron tres policías consultados en una zona rural próxima a la costa.

Pero no todos los mareros o pandilleros se han ido a las montañas o adentrado en los manglares.

Hay muchos, como uno apodado Pijuaro que se ha ido para una colonia en San Miguel y llega constantemente a una comunidad costera del cantón Tierra Blanca donde tiene familia. De hecho, uno de los hermanos del Pijuaro es señalado de ser poste  (vigilante) de la MS-13.

“Muchos que se han ido a otros lugares y están viniendo solo a pegar (cometer ilícitos) pero llegan por el mar en lanchas cuando los postes les dicen que nosotros hemos salido de la zona”, asegura una agente.

Policía más grupos de exterminio 

Luego de casi dos meses de estar destacados en el sur de Jiquilisco, con patrullas dotadas de motocicletas en  casi cada cantón, los policías consideran que los pandilleros declarados han abandonado la zona y que únicamente se han quedado los postes.

Pero incluso estos, o los familiares cercanos de los pandilleros que han huido del lugar, parecen vivir temerosos, no de los policías sino de la operatividad de grupos de exterminio que, aparentemente, están operando en el sector según los mismos policías rurales.

La última masacre ocurrida en la comunidad San Hilario, del cantón Tierra Blanca, parece apuntalar lo que afirman los policías.

El pasado 16 de marzo, cuatro jóvenes señalados por la Policía de ser miembros de la MS-13 fueron sacados de sus viviendas y luego ejecutados. Sus cadáveres fueron hallados en las calles de San Hilario. 

Varios residentes de ese lugar dicen tener la certeza que esa matanza fue obra de un grupo de exterminio que podría haber contado con la ayuda de lugareños.

A raíz de esos hechos, los postes no se dejan acercar un vehículo que no sea conocido en la zona.

En cuanto avistan un carro extraño, más si es pick up doble cabina, los jóvenes se escabullen entre los matorrales o se meten a cualquier casa en busca de refugio.

A pesar de la precariedad de los recursos (ver nota aparte) con que trabajan los policías, los lugareños que no tienen vínculos con pandilleros ven con buenos ojos la operatividad policial. “La verdad que esto no se aguantaba ya”, indicó un joven del cantón Salinas, en Sisiguayo.

Sin embargo, a muchos lugareños les preocupa que el despliegue policial sea solo temporal. Esto también es algo que temen los policías.

“Por ahí se rumora que los pandilleros han dicho que el día que nos vayamos nosotros van a entrar ellos a matar a todos los veteranos”,  dijo un agente policial.

La preocupación no es en vano. Hay muchos ejemplos en los que cuando la presencia policial disminuye, las pandillas toman represalias contra los habitantes de una comunidad.