Mujer mira trucos de magia, mientras un médico le extrae un tumor del cerebro

El médico usó trucos de magia para evaluar el estado cognitivo de la paciente mientras le extraía el tumor. Un mago reconocido acompañó al equipo de cirugía al interior de la sala. Una paciente con un tumor en el cerebelo fue operada recientemente mientras estaba despierta y sentada.

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Un neurocirujano salvadoreño hizo uso de la magia para realizar una cirugía cerebral a una paciente despierta.

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01 April 2016

Una cirugía de cerebro mientras el paciente está despierto es un procedimiento que aún es considerado innovador en El Salvador. Recientemente, el neurocirujano Ricardo Quiñónez Celis rompió aún más los esquemas al llevar un acto de magia a su quirófano.

Una paciente, de 46 años, fue intervenida quirúrgicamente en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS)por un tumor en el cerebelo, que le fue detectado hace cinco años.

Su cirugía resultó peculiar, no solo por el hecho de que la paciente estuvo sentada y despierta todo el tiempo, dentro del quirófano; sino porque, además, observó un espectáculo de magia privado a cargo de Benjamín Aguilar, conocido como el mago Ben.

Esta es la primera vez que un neurocirujano incluye un espectáculo de magia, en El Salvador, como parte de una operación quirúrgica.

Mientras Quiñónez se concentraba en la extracción del tumor, Aguilar le demostraba a la paciente sus habilidades con trucos de cartas, cuerdas y hules.

Aguilar está acostumbrado a fascinar y asombrar a su público con sus manos, pero en este caso sus trucos tenían otro objetivo: vigilar las capacidades cognitivas de la paciente.

El especialista dijo que la cirugía de paciente despierto, o craneotomía vigil, se ha utilizado en el país durante los últimos tres años, principalmente en el sector privado.

En la mayoría de los casos se ha usado para operar a pacientes con tumores en el cerebro. Aunque en estos casos es posible hacer la operación con un paciente inconsciente, el tenerlo despierto brinda mucha más seguridad a la persona y al mismo médico.

“Tenés al paciente con todas sus funciones encendidas, puedo pedirle que mueva el brazo derecho, el brazo izquierdo, si estoy en esa zona cercana en el cerebro que comanda ese sitio puedo evidenciar hasta qué punto llegar para no hacer un daño”, dijo el médico.

Quiñónez señaló que, curiosamente, al momento de la intervención, puede tocar y estimular el cerebro sin causar dolor. Sin embargo, el órgano es tan complejo que todas las maniobras que realiza deben ser precisas para evitar lesiones que puedan provocar cualquier déficit neurológico en el paciente.

Debido a lo complicado de la intervención, los pacientes que serán intervenidos despiertos deben ser minuciosamente escogidos.

Especialistas en psicología y neuropsiquiatría ayudan a escoger a los pacientes y a determinar si tienen problemas que pueden afectar la intervención como altos niveles de ansiedad o inestabilidad emocional.

“En el caso de la paciente el único problema que había es que era ansiosa. Teníamos que quitar un tumor y la paciente tenía un grado de ansiedad que en ese momento no estaba siendo bien controlado”, expuso Quiñónez.

Pese al inconveniente, las circunstancias de la paciente empujaron a Quiñónez a buscar una solución práctica.

De acuerdo al neurocirujano, el tumor era de tipo quístico, es decir que su contenido era líquido, y había continuado creciendo.

La masa del tumor ya generaba presión, provocándole a la paciente fuertes dolores de cabeza, problemas de equilibrio y desviación de los ojos.

Quiñónez expresó que, si seguía creciendo, el tumor podía llegar a comprimir el tallo cerebral, pudiendo generar consecuencias fatales por lo que era necesario una pronta operación.

Aunque la intervención que Quiñónez preparaba es muy compleja, el protocolo alrededor de este es flexible y le daba la oportunidad de ser creativo.

En una ocasión, Quiñónez observó un vídeo sobre una operación similar en el extranjero. En este caso se trataba de un paciente con Parkinson que, antes de ser afectado por la enfermedad, podía tocar el saxofón. Por ello, el grupo que lo estaba operando lo puso a tocar el saxofón.

“Querían descubrir si con la estimulación cerebral para Parkinson podían recobrar esa capacidad de movimiento”, dijo Quiñónez.

Esa experiencia hizo pensar al especialista en expandir las posibles técnicas cognitivas para sobrellevar la ansiedad de la paciente y a la vez evaluar su estado durante la operación.

Justo seis meses atrás, Quiñónez había comenzado a relacionarse con Aguilar y la impresión que dejaron en él sus trucos de magia lo llevaron a considerar su uso para la operación.

El neurocirujano buscaba una forma para que la paciente olvidara que estaba en medio de una operación e ideó captar su atención a través de estímulos visuales, como los colores, números y formas en las cartas y trucos del mago. A la vez podía dimensionar el raciocinio de la paciente.

“Lo más semejante a una técnica cognitiva disfrazada, sin que el mago Ben lo supiera (o la paciente), fue el hecho de que él hiciera una presentación de magia, que él participara para captar la atención de la paciente”, explicó Quiñónez.

La cercanía que tenía con Aguilar le dio la confianza de plantearle la posibilidad de que se uniera a su quirófano.

Aguilar, quien está inmerso en el mundo de la magia desde los seis años, jamás hubiera relacionado a la medicina con la magia, mucho menos al interior de una sala de operación.

“Pero si el objetivo principal de todo eso es ponerlo a pensar, qué mejor forma de ponerlo a pensar que con magia”, consideró Aguilar.

Quiñónez recibió el caso un miércoles, pero dijo que, a diferencia de otras áreas, la neurocirugía funcional requiere de una planeación quirúrgica que puede llevar varios días.

La operación fue tuvo lugar el martes de la siguiente semana, el 15 de marzo.

El especialista dijo que prepararon todo el abordaje, cómo realizarían la cirugía, pero también cuáles serían los trucos que Aguilar realizaría, el espacio en el que se debía mover para no perturbar la operación y garantizar la seguridad de la paciente.

“Todo era para que yo trabajara libremente sin que ella estuviera hiperventilando, o taquicárdica por los nervios, ella se dejó llevar y cayó en ese momento apasionante de la magia y olvidó que el doctor Quiñónez estuviera trabajando en su cabeza”, relató el neurocirujano.

El proceso para realizar la operación inició a las 7:00 de la mañana y concluyó a la 1:00 de la tarde. Quiñónez dijo que, aunque la cirugía en sí dura alrededor de tres horas, desde temprano debía reunirse el equipo que haría la operación e iniciar con la colocación de un marcho alrededor de la cabeza de la paciente.

La estereotaxia permite la ubicación de cualquier punto en el cerebro a través de coordenadas. Después de tener ubicado al tumor realizó la incisión en el cuero cabelludo, dicha zona era la única que tenía anestesia local.

Debido al tipo de tumor, Quiñónez debía retirar primero el líquido con una aguja y luego quitar el reborde, una especie de cápsula del tumor.

Durante ese procedimiento, Aguilar realizaba unos de sus trucos más importantes, con una baraja de cartas él buscaba que la paciente supiera identificarlas.

Aguilar notó que justo en el momento en que el cirujano introdujo una aguja en su cerebro ella se quedó como en blanco. “Vemos la apreciación de alguien no entrenado en medicina que pudo evidenciar una situación que para nosotros es de sumo cuidado, en ese momento la mano debe ser fina para no pasar más allá”, indicó Quiñónez.

La operación resultó un éxito y han mantenido un seguimiento de la evolución cerebral de la paciente. La experiencia a motivado a Quiñónez a continuar abriendo todas las puertas que permite la neurocirugía funcional.

“¿Cuál es el mejor escenario para hacer magia que para cambiar vidas?”, planteó.