El Humedal del Cerrón Grande es el cuerpo de agua dulce más grande del país y lo integra un reservorio artificial que es utilizado para generar energía eléctrica; con los años se ha convertido en una de las zonas de mayor biodiversidad. Son cerca de 100 mil personas pertenecientes a Chalatenango, Cuscatlán y Cabañas las que están asociadas a ese sitio y que, de alguna manera, se benefician de él.
El embalse representa para muchos su sostén diario. Por ejemplo, numerosos lancheros viven de los viajes turísticos que hacen a su alrededor; el ferri también es otra opción. Al mes, entre ambos transportan a miles de personas que son las mismas que a diario, directa o indirectamente, lo contaminan.
Pese a su enorme importancia para la vida de la flora, fauna y miles de familias, esta zona declarada como Sitio Ramsar el 22 de noviembre de 2005 se encuentra sumamente degradada por la deforestación, contaminación; y afectada por algunas especies invasoras como el jacinto de agua y por las aves.
Uno de los mayores problemas para el embalse lo constituye la contaminación que arrastra el río Acelhuate, que junto a los ríos Suquiapa y Sucio representa casi el 30 % del caudal de aguas que entra al embalse, explica Manuel Ortega, uno de los tres coordinadores del Comité Interinstitucional Humedal del Cerrón Grande (CIHCG).
Agrega que todas esas descargas provienen de la industria, beneficios de café, ingenios azucareros, rastros municipales y redes de alcantarilla de toda la región metropolitana de San Salvador.
El CIHCG está preocupado por la situación del embalse, ya que este representa el único medio de vida para centenares de familias que viven en la zona de influencia. A ellos se suma el Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y algunas organizaciones ambientalistas como el Fondo de la Iniciativa para las Américas (FIAES) quienes alistan implementar algunos proyectos.
Ortega dijo que la recuperación del embalse no solo compete a las instituciones, organismos cooperantes y asociaciones comunales que luchan por recuperar el humedal, sino que todo depende de una estrategia de país a muy largo plazo; pero lo importante es comenzar ahora, opina.
“Las descargas de San Salvador y Santa Ana aquí vienen a parar por medio del río Acelhuate. Desde que se acciona la palanca del servicio para limpiarlo, toda esa agua contaminada viene a parar aquí; tenemos un problema, y es de todos”, comenta.
La contaminación que arrastra el Acelhuate hacia ese sitio Ramsar está disminuyendo la disponibilidad recursos para los que viven del embalse, explica Silvia de Larios, directora de Ecosistemas y Vida Silvestre del MARN.
Al FIAES, organismo que desembolsa recursos para proyectos ambientales específicos, también le preocupa la condición del embalse por lo que representa para los pobladores de su ribera y las especies de flora y fauna.
El director de esta institución, Jorge Oviedo, dijo que a nivel departamental de San Salvador y Santa Ana, se requiere hacer importantes gestiones en la descontaminación del río Acelhuate porque es “el principal contaminante del Cerrón Grande”.
Las aguas contaminadas que entran al Cerrón Grande provoca que el jacinto de agua prolifere en todo el lago, lo que causa problemas para los que se dedican a las actividades turísticas en la zona.
El embalse se encuentra lleno de esta planta invasora y cuando entran frentes fríos, el viento desplaza al jacinto de agua hacia las orillas, dificultando las actividades de cientos de pescadores.
La presencia de coliformes fecales dentro del lago y otros químicos, también pone en riesgo la vida de los peces; sin embargo, Silvia de Larios asegura que, por los monitoreos que se han efectuado, la contaminación se encuentra en aguas profundas.
Añade que no han encontrado contaminación en los peces, por lo que consumirlo no genera riesgo.
A parte del agua contaminada que entra del embalse, los desechos sólidos y el pastoreo de ganada representan un problema para el Cerrón Grande.
Las cantidades de plástico que arrastra el Acelhuate, aparte de los que arrojan las familias que viven en la zona de influencia en Chalatenango, Cuscatlán y Cabañas, degrada aún más el lago.
Manuel Ortega, coordinador del CIHCG, dijo que grandes cantidades de plástico con agroquímicos se encuentran en el agua producto de una mala práctica de los agricultores después que los utilizan en los campos de cultivo.
En Cabañas
Pedro Ramón Fuentes es miembro de la Asociación de Reconstrucción y Desarrollo Municipal de Cinquera (ARDM) dice que los agricultores de ese sector junto a los de Jutiapa y Tejutepeque, tienen la práctica de tirar los recipientes de agroquímicos a los ríos, los cuales terminan llegando al lago.
“La gente hace su labor, lleva su bote de agroquímico, lo utiliza y generalmente lo tiran en los mantos de agua. No nos escapamos a la realidad nacional”, dice Pedro.
El pastoreo de ganado también ha afectado de gran manera al lago. Manuel Ortega comenta que muchos ganaderos de los tres departamentos que comparten el embalse, se dieron a la tarea de deforestar las zonas para mantener a su ganado. Eso ha provocado que la lluvia y el viento arrastre sedimentos al embalse y provoque azolvamiento.
Todos esos problemas ponen en peligro la vida del embalse y de los que se favorecen de él, y como sostiene Manuel Ortega, si las instituciones y sociedad civil no toman medidas urgentes, el deterioro será mayor.
Quemas forestales
En las zonas aledañas al Humedal del Cerrón Grande las quemas agrícolas, en ocasiones, se vuelven incontrolables, lo que va en detrimento del sitio Ramsar. El MARN ha prohibido la quema cuando existen vientos fuertes para evitar que las zonas se degraden. El azolvamiento que llega al embalse por la erosión de los suelos es grande, según los pobladores.