No solo la época seca, sino también la extracción de agua para uso agrícola y doméstico afectan el caudal del río. Por eso, la gente de la Barra está preocupada, dicen que si el río tiene menos agua los esteros también y “el manglar se muere”.
El Complejo Barra de Santiago, en Ahuachapán, ingresó a la lista de sitios Ramsar -humedales de importancia internacional- el 16 de enero de 2014. Pero estar en esa lista no libra a sus 11,519 hectáreas de la degradación.
A pocos metros del nacimiento del río El Naranjo hay una manguera que lleva el agua a un regadío. Y no es la única. Siguiendo el curso del río, las mangueras son visibles así como los regadíos en terrenos cercanos.
Al menos en otros tres puntos, es posible ver represas improvisadas con plásticos y piedras que desvían el cauce y lo reducen río abajo.
Los vecinos de la zona no saben si quienes han colocado las mangueras e improvisado represas tienen permiso para hacerlo. Lo que sí saben es que eso no solo los afecta a ellos, sino al manglar de la Barra de Santiago.
“Eso siempre ha pasado”, comentó el biólogo y experto en humedales Enrique Barraza.
La disminución del caudal de El Naranjo y otros ríos de la zona quedó en evidencia cuando Ada Yanira Arias de Linares calculó los caudales durante tres épocas del año, para obtener la maestría en Ciencias en Agricultura Sostenible de la UES en 2013.
Las mediciones se llevaron a cabo en la época seca lluviosa, lluviosa y seca. Según la investigación: “Los caudales del río El Naranjo se ven incrementados en la época lluviosa, con valores máximos de 6.7 metros cúbicos por segundo en la parte baja. Sin embargo, en la época seca se observa una disminución hasta de 0.031 metros cúbicos por segundo en la misma parte baja del río”.
José Antonio Villeda, habitante de la Barra de Santiago y coordinador de guarda recursos, no oculta su preocupación.
Además del río El Naranjo, la Barra de Santiago recibe agua de 12 ríos, entre ellos: El Rosario, Cuilapa, Guayapa, Aguachapío, Cara Sucia, San Francisco y Sacramento.
El guardarrecursos explica que al hablar del Complejo Barra de Santiago “la barra tiene conectividad con el Zanjón El Chino” y este, a su vez, con el área natural protegida Santa Rita.
El sitio Ramsar comprende, explica Villeda, desde la boca del río San Juan hasta la bocana de El Botoncillo, frontera con Guatemala.
La zona de Metalío no fue incluida, según él, “porque ya está completamente perdida”. Él considera que el impacto de los ríos se debe a que en la parte alta y la parte media hay mucha ganadería y en la parte baja, cultivo de caña.
“Todas estas áreas de ganadería hacen presas para desviar el agua a los pastizales y la parte baja que está cultivada de caña toma agua en la época seca para regar la caña de azúcar”, afirma.
“Cuando vienen estos ríos a desembocar en el área protegida, están completamente perdidos, porque no traen nada de agua”, agrega.
Él considera que la Ley de Riego y Avenamiento es obsoleta y debería regular de forma diferente la extracción de agua de los ríos tomando en cuenta que “no son ríos, sino riachuelos” y que “después pasar por tres presas ya no llevan agua”.
Eso afecta a los manglares, porque estos viven de la mezcla de agua salada y agua dulce. “Lo que ha pasado es que los esteros se han salinado completamente … Eso puede colapsar las especies, puede colapsar el manglar y cantidad de recursos”.
“A partir del mar de fondo, aquí quedó pura salmuera, pura sal. Esto perjudicó más las especies. Ahorita consideramos que hemos perdido unas 60 hectáreas de manglar con la invasión de las desembocaduras de los ríos, que se está perdiendo todo. Cuando estos ríos no desembocan, hay cambio de suelo, el manglar se viene reduciendo y la tierra dulce viene avanzando”, lamenta.
No solo el manglar corre peligro. Según Villeda, en la Barra se ha perdido el camarón y la jaiba. Por eso se han organizado grupos para tratar de vedar la extracción de esas especies. En la zona, un aproximado de 200 familias viven de la extracción de cangrejo.
Respecto a la tala, Villeda hace una aclaración. Asegura que en 1982 el manglar fue casi destruido por un huracán “y las comunidades se encargaron de reforestarlo”. Por eso, asegura, el Marn tenía un compromiso con los lugareños sobre la extracción de mangle: “En 2014 estuvieron extendiendo permisos de extracción de mangle, pero con ciertas regulaciones, porque la comunidad demanda siempre recursos, porque cultivaron los manglares y se han comprometido en reforestarlos”.
Villeda asegura que “talas ilegales siempre se dan en cualquier área”.
En Barra de Santiago hay seis guardarrecursos para 2,700 hectáreas. Antes eran 12. Villeda explica que el FIAES financiaba a seis guarda recursos más a través de proyectos de la Asociación de Mujeres de la Barra de Santiago (Ambas). “No cubrimos ni el 50 % del bosque”, reconoce, “hay áreas puntuales, por ejemplo en la época seca, que son como 20 kilómetros en la parte norte, ahí hay extracción de mangle ilegal. Porque la gente, si no hay permisos, busca horas pico para entrar en el manglar y robarse algo”.
Villeda asegura que el Marn se comprometió a contratar los guarda recursos que financiaba el FIAES: “Pero hasta la fecha …”.
Para custodiar el área se cuenta con una lancha del ministerio y dos que aporta Ambas. “Los recorridos acá, tenemos ocho rutas establecidas: cinco son acuáticas y tres terrestres. Para estas se tiene bicicleta”.
“Recorrer de aquí a Bola del Monte estamos hablando de 50 kilómetros, en bicicleta no se puede, solo en el viaje uno se funde y no hay posibilidades de poder cubrir a calidad el área”.