A casi dos años de haber comenzado a funcionar, el Hospital Nacional de la Mujer recibió las tres lavadoras que fueron adquiridas como parte del nuevo equipamiento del centro.
La llegada de las nuevas máquinas estuvo rodeada de una serie de imprevistos que obligaron a que el personal tuviera que estar llevando la ropa sucia hasta el antiguo hospital para lavarla, generando sobrecarga laboral.
De hecho, la última fecha límite de entrega de las lavadoras era el 2 de enero de 2016, de acuerdo a un memorando enviado de la Unidad de Adquisiciones y Contrataciones (UACI), al jefe de Mantenimiento del nuevo Maternidad, al que El Diario de Hoy tuvo acceso a través de la Oficina de Información y Respuesta (OIR).
Las nuevas lavadoras comenzaron a ser montadas el viernes de la semana pasada, más de dos meses después de la fecha indicada.
El Ministerio de Salud firmó el contrato de compra del equipo el 7 de noviembre de 2013, por un monto de $453 mil 143.33 por tres lavadoras, dos tienen capacidad para 400 libras y una es de 300 libras.
A diario, el hospital requiere lavar de 3 mil 900 a 4 mil 300 libras de ropa.
El contrato originalmente establecía que las lavadoras debían ser entregadas el 5 de junio de 2014, después de la inauguración del centro y durante el proceso de traslado al nuevo hospital.
Sin embargo, en ese período, las autoridades de Salud reconocieron que había un retraso en el traslado de los servicios y una de las razones era la falta de las lavadoras, que aunque ya habían sido entregadas, no funcionaban adecuadamente.
Tras una serie de intentos de reparación, los equipos fueron retirados el 7 de julio de 2015. El memorando mencionado establecía que la empresa tenía 180 días como plazo de entrega.
Sobre el retraso, el director general de Hospital, Luis Fuentes, dijo el 1 de enero pasado que había dificultades en el proceso de traslado, pero no pudo dar más detalles.
A inicios del mes, la ministra de Salud, Violeta Menjívar, fue consultada sobre la falta de las lavadoras y expresó escuetamente que analizarían si se había violado el contrato y si impondrían una sanción.
“Esperamos que salgan buenas y que llenen las expectativas de rendimiento, que después no tengan que estarse llevando a lavar ropa sucia al hospital viejo”, comentó un trabajador consultado, quien señaló que la antigua lavandería no llena las condiciones adecuadas para trabajar ni para garantizar la limpieza de la ropa.
Además, las lavadoras tendían a presentar fallas. El año pasado, la falta de batas limpias obligó a que pacientes fueran vestidas con sábanas.