Por las manos de don Manuel de Jesús Quilizapa, de 67 años, han pasado decenas de imágenes religiosas, que por su antigüedad o cuidado incorrecto, llegan en mal estado.
El sexagenario es uno de los pocos restauradores de imágenes que aún hay en Izalco. Se contabiliza en total que hay cuatro.
Algunas de las imágenes que recibe son relativamente recientes; pero otras que han pasado por su pequeño taller, en el barrio Dolores, incluso tienen entre 100 y 200 años de existencia.
En el taller hay actualmente varios Cristos que están en proceso de restauración; pero, además, el rostro de una Virgen y otro de Jesús que está tallando, que es otra de las pasiones que tiene Quilizapa.
Una vida
Don Manuel es una de las personas más experimentadas en estos procesos.
Los aprendió desde muy pequeño ya que su padre, quien falleció hace 30 años, también realizaba este trabajo.
Quilizapa asegura que lo practica formalmente desde hace 55 años.
Por ello no tiene presente el número exacto de cuántas imágenes han pasado por su taller; pero sí señaló que han sido diez las más valiosas, por su antigüedad.
Una de ellas, y en la que trabaja actualmente, procedente de San Miguel, es un Cristo Yacente, que data de hace 150 años.
Le está reponiendo algunos materiales que lleva en los hombros, para que tengan articulación.
Algunas de las imágenes que ha intervenido, han sido llevadas de diferentes lugares del país, entre ellos La Unión, Chalatenango, Santa Ana, y Sonsonate.
La experiencia y calidad del trabajo, son factores para que las parroquias del país y personas particulares lo busquen para realizar esta faena.
El trabajo que realiza no es fácil y lo argumenta con el hecho de que varias personas han querido aprender el proceso de tallado y restauración de imágenes.
A las pocas semanas se retiran, debido a su complejidad ya que al tallar, deben darle expresiones y el color adecuado a las imágenes.
Algunas personas incluso han echado a perder las piezas, porque no logran el objetivo.
Para dominar este arte se requiere al menos de seis años, consideró el sexagenario quien apenas tiene un ayudante en su pequeño taller.
Cuando las personas ya conocen los aspectos que conlleva este arte, pueden tardar entre 30 y 45 días para tallar y colocar la pintura en una imagen de 80 centímetros.
Estas se realizan de madera de cedro, que es una tradición que viene desde la época de la colonia.
El trabajo aumenta principalmente por la cercanía de la Semana Santa, aunque las imágenes son llevadas desde noviembre, para ser restauradas.
Don Quilizapa también interviene las que son utilizadas en los nacimientos de diciembre.
Estas las comienza a recibir desde octubre.
Para este artesano, trabajar en las imágenes religiosas es un honor y explica que en cada trabajo pone toda la dedicación necesaria.
El confía en que con el tiempo, surjan otras personas que dominen este arte, para recuperar imágenes dañadas o elaborar nuevas.