Carlos Campos, de 39 años, reside en Chinameca, San Miguel. Es un católico que desde niño admiró la elaboración de las vestimentas que lucen el Nazareno y la Virgen de Dolores en el Vía Crucis.
Su vocación por el bordado sacro nació cuando, en uno de sus viajes con su madre a Antigua Guatemala, observó en un taller de costura, cómo bordaban la túnica que luciría el Nazareno.
“Cuando estaba pequeño íbamos a las procesiones de Guatemala con mi mamá, yo veía la vestimenta del Nazareno y decía con mucha admiración ¿Cómo lo harán?, y años después hubo un bordador de Guatemala, Julián Monzón, que me enseñó el oficio. En ese entonces tenía yo 14 años.” comenta.
Hoy, Carlos es un artista reconocido en el país y en el exterior, por su talento. Su trabajo lo realiza con devoción. “Más que un trabajo, es un gran honor poder bordar el traje que portará Jesús durante su Calvario, y el de su madre María” expresa.
“Comencé por lo básico, pero con la experiencia he ido mejorando las puntadas, y he aprendido otras técnicas de amigos que realizan el mismo trabajo” , dice.
Las formas de los bordados son retomadas de las vestimentas de las imágenes de las procesiones de Sevilla, España, una tendencia geométrica que permite darle diferentes formas a los bordados y que cada uno sea diseño original.
Actualmente diseña túnicas para imágenes de diferentes parroquias del país y de Guatemala, además de estandartes, sudarios, tunicelas y mantos para la Virgen.
El cabello del Nazareno
Otro de los talentos que desarrolla en su taller es elaborar las cabelleras de las imágenes, las que pueden ir en rizos o en canelones (colochos), como los que tradicionalmente luce el Nazareno.
Una tradición antigua, comenta Carlos, es que las mujeres dejaban crecer su cabello durante un año para donarlo para la cabellera de Jesús, como ofrenda por un favor recibido.
Usualmente el largo de los rizos de una cabellera de Jesús debe llegar abajo de la cadera de la imagen, y el cabello de la persona que lo dona debe tener un largo mínimo de 80 centímetros, además de ser completamente virgen.
Luego proceden a colocarle un color parejo con tinte comercial, y cosen cada mechón en un gorro de tela elaborado a la medida de la cabeza de la imagen hasta lograr una cabellera completa. Cada mechón va sujeto con hilo de nylon, y todo es un trabajo a mano.
El trabajo final es crear los rizos tradicionales de las cabelleras de las imágenes, comenta Carlos, y para ello utilizan una mezcla especial de pegamentos y tusa (cáscara del elote), la cual dejan secar y luego remojan para que sea moldeable.
Luego hacen una especie de tubos en los que rizan el cabello y le colocan el pegamento. Dejan que seque totalmente y retiran la tusa, con lo que queda finalizada la cabellera con canelones.
Actualmente Carlos está elaborando una cabellera para el Nazareno con mechones que su abuela le heredó.