Feliciano el artesano de las figuras de durapax para iglesias

Don Feliciano Urquilla tiene 91 años  y en sus ratos libres talla de forma esporádica, algunas imágenes en madera y durapax. Sus obras adornan templos y ermitas en varias zonas

descripción de la imagen

Para darle forma a sus esculturas religiosas Don Feliciano Urquilla

Por

19 March 2016

SAN VICENTE.  Ahora que se acerca la Semana Santa,  don Feliciano, un hombre de semblante sencillo, piel morena,  cabello entrecano, y manos callosas, talla con mucha paciencia y agilidad,  una figura en durapax, de Cristo Yacente.

Sentado en un banco de madera, bajo la sombra frondosa de varios arboles, poco a poco le va dando forma  al bloque de material sintético.

“Desde hace varios años nos dedicamos a fabricar diferentes misterios del evangelio, para colocarlos en la ermita de la colonia durante las festividades solemnes de la Semana Santa”, dice don Feliciano.

Todo el trabajo lo realiza de forma manual, con herramientas que tienen más de  50 años de antigüedad.

    Sus manos han forjado numerosas figuras de santos, que adornan ermitas y parroquias en varias zonas del país.

Incluso, algunas de sus obras hechas con madera, han sido trasladadas al extranjero.

A pesar de su avanzada edad, no utiliza lentes para trabajar, ni tiene problemas de temblor en sus manos.

“Desde hace cinco años  solo hago trabajos ocasionales, y ahora que se acerca la Semana Mayor, paso entretenido elaborando figuras religiosas en durapax”, dice el artesano.

Mientras utiliza una especie de formón y lija en  la superficie áspera del durapax, para darle forma, Feliciano  recuerda con mucha nostalgia el pasado.

Recuerdos

“Mire si antes nuestras madres no permitían ni que nos bañáramos para la Semana Mayor, ni mucho menos que comiéramos carne o dejáramos de asistir a las procesiones”, dice el octogenario.

Mientras, habla, el rostro de la figura de Cristo, va cobrando forma poco a poco.
 
Desde hace 72 años      

Fue a la  edad de 18 años, cuando fue enviado a aprender el oficio de tallador en madera, en su natal Apastepeque.     
El artesano, nunca imagino que gracias a este oficio,  sacaría adelante a toda su familia.
“Me siento muy agradecido con Dios por las habilidades que me ha regalo para moldear la madera y el durapax  y  por los años de vida que me ha brindado”,  dijo don     Feliciano.