Si usted esperaba el reconocido sonido de las cigarras o chicharras antes de la Semana Santa, probablemente las escuche hasta mediados o finales de abril, tal como lo manifiesta la directora del Museo de Historia Nacional de El Salvador, Eunice Echeverría.
“Para que la chicharra aparezca debe ser estimulada por lo caliente de la superficie del suelo que llega hasta las madrigueras de los juveniles. Cuando cae la tormenta de las chicharras o de los jocotes, se refresca el suelo y empiezan a subir”, explica la especialista.
Echeverría asegura que la ausencia de estos insectos se debe a los efectos del cambio climático. Este año, los frentes fríos que afectaron enero y febrero impidieron el calentamiento suficiente del suelo, por lo que las chicharras “no saben si es invierno o verano”.
Las chicharras tienen un ciclo de vida de 17 años antes de salir a la superficie. Una vez arriba solo viven un mes, justo para aparearse y que las hembras vuelvan a poner los huevos. El sonido que escuchamos es el canto que generan los machos para atraer a las hembras.
En el país hay cinco especies de cigarras y la más común es la Quezada gigas.