Bajo la mano de Dios

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14 marzo 2013

Durante seis días Jorge durmió en la bartolina apoyándose en la Biblia que alguien dejó despreciada. Al quedar en libertad comenzó a reflexionar sobre su vida. El balance mostraba que de 22 años que tenía, 13 los había vivido dentro de la pandilla y 8 internado en correccionales juveniles.

La hermandad que la pandilla prometía al final resultaba perdida, pues la realidad demostraba mucho egoísmo, dureza y traición. Al pensar en el futuro solamente podía vislumbrar dos opciones desgraciadas: cárcel o muerte.

Impulsado por una necesidad arrolladora decidió buscar a Rosalinda, la anciana de 75 años que le había invitado reiteradas veces a la pequeña reunión de la iglesia Elim en su casa. Rosalinda era una de las pocas personas que se había dignado a hablarle para invitarlo.

Esa tarde fue la fecha de su conversión. El dique de machismo y de dolor fue roto ante Dios. Se desparramaron siglos de vida loca y ya no le importó que en la pandilla dijeran que se había "aguadado". Jorge había alcanzado la mañana después que puso fin a su naufragio.

Su transformación fue radical y, después de dos décadas, volvió a la iglesia Elim donde de niño su padre le llevaba. Le impresionó el ser recibido con sonrisas, apretones de manos y abrazos. A los creyentes parecía no importarles sus temibles tatuajes. Los primeros meses fueron difíciles, pues habiendo abandonado la comercialización de drogas se quedó sin ningún ingreso. Las políticas de mano dura le impedían movilizarse en busca de trabajo. Pero, los cristianos no le abandonaron sino que le apoyaron con víveres durante cinco meses.

En una ocasión en que los agentes municipales le detuvieron por su aspecto, Jorge fue conmovido hondamente al ver que los creyentes hicieron una colecta rápida para pagar los veinticinco dólares de multa. Para Jorge, después de lo vivido, una noche en la bartolina de la Municipal era cosa rutinaria, pero los cristianos no aceptaban que su hermano viviera tal situación.

Uno de los creyentes de la iglesia se hizo muy amigo de Jorge y le acompañaba a menudo. Conociendo los términos de la ley antipandillas Jorge preguntaba a su amigo si no le daba temor acompañarlo y ser acusado bajo la figura de agrupaciones ilícitas. Pero su amigo respondía que no sentía temor. Otro creyente contrató a Jorge en su negocio de panadería y aunque ganando poco se fue abriendo paso por la vida de manera honrada.

En la actualidad Jorge tiene 29 años de edad, de los cuales, los últimos 6 han sido en su nueva vida en Cristo. Contrajo matrimonio y tiene una familia que sostener. Su deseo para el futuro es establecer un negocio propio ya que sabe que para él no hay opciones de empleo formal.

La iglesia le ha entregado una identificación que hace constar su conversión al cristianismo. A veces la policía ha tenido en cuenta el documento y a veces no. Jorge sabe que quizá siempre tendrá problemas por sus tatuajes. Como también que quizá siempre tendrá que recibir las llamadas telefónicas de la pandilla deseando conocer su postura frente a la vida cristiana. Su respuesta es invariablemente que se aferra a su nueva vida y a su anhelo de ser fiel en la función de diácono que ostenta en su iglesia.

*Pastor general de la misión cristiana Elim