Cuando se piensa en visitar bosques de pinos, la brújula apunta hacia el norte. Entonces, sitios como Las Pilas y San Ignacio, al noroeste de Chalatenango, son los primeros en aparecer en el mapa de quien quiera disfrutar de verdes paisajes y clima fresco. Esos municipios forman parte de la Reserva de Biósfera Trifinio - Fraternidad, compartida con Honduras y Guatemala.
Pero ese clima y esas impresionantes vistas podrían reducirse drásticamente si no se regulan de forma efectiva actividades como la tala, el turismo y la agricultura.
Así lo consideran habitantes de la zona como Jesús Alberto Mancía, mejor conocido como “Beto”, del cantón El Aguacatal, en La Palma.
Él dirige la adesco local y es coordinador de los grupos comunales de Protección Civil. Como parte de esa labor, el 29 de febrero, arriesgó la vida para combatir un incendio en el caserío La Montaña.
“Hemos verificado ahí dos partes de bosque que han sido ya talados (...) Resultado de eso hay un nacimiento en medio de los dos tramos que han talado y ese nacimiento ya no nos pudo dar abasto para poder sofocar las llamas que habían. Estuvimos haciéndolo a pura mugre (tierra) ahí, pero gracias a Dios lo logramos”, recordó Mancía.
Además de los incendios y la tala, también le preocupa la contaminación de los ríos Chiquito y Sumpul. “Ya no encontramos pescadito en los ríos”, dice. A simple vista se ve cómo el agua de río Chiquito corre entre las casas de Los Planes entre basura y tuberías de aguas negras.
Eso y la deforestación también preocupa a agricultores como José Adelmo Chacón Salguero, quien es presidente de adesco del cantón Los Planes y socio de la Asociación de regantes Agua Viva.
Desde un mirado, con el cerro El Pital a sus espaldas, explica: “La situación ambiental es la deforestación, las contaminaciones, tanto por aguas grises, aguas negras y en la parte que es laderosa es la deforestación que nos afecta”. Él asegura que cuando saben de un caso de tala lo denuncian al MARN, al MAG y también a la Policía.
El jefe de Operaciones de la División de Medio Ambiente de la PNC, José Ramos, brindó un detalle de los decomisos por daños a los recursos forestales llevados a cabo entre el 1 de enero y el 12 de marzo de este año.
De los 16 casos registrados, dos corresponden a Chalatenango. El primero de esos decomisos se llevó a cabo el 6 de febrero en el kilómetro 78 de la carretear Troncal del Norte, en el cantón El Túnel, de La Palma. Ahí la Policía de El Refugio decomisó 200 fardos de palillos de pino.
El segundo decomiso ocurrió el 12 de marzo también en La Palma. Esta vez, en el caserío La Vega, del cantón El Ramal, agentes de la delegación de El Refugio decomisaron una motosierra, 3 hachas y 2 corvos.
Los permisos para talar en las áreas naturales protegidas son otorgados por el Ministerio de Medio Ambiente. Al preguntar a la Oficina de acceso a la Información Pública, conocidas como OIR, de dicho ministerio cuántos permisos de tala han sido otorgados desde 2009 hasta lo que va de 2016, la respuesta fue “ninguno”. La OIR del MARNexplicó que los permisos de tala dentro de las zonas urbanas son otorgados por las alcaldías y en las zonas rurales por el MAG. Este periódico ha preguntado a la oficina de Comunicaciones del MAG si se han otorgado permisos de tala para los municipios de La Palma, San Ignacio y Citalá. Pero al cierre de esta nota no se ha recibido respuesta alguna.
Tala a escondidas
“¡Brrrrr! ¡Brrrrr! ¡Brrrr!”. El sonido de la motosierra rompe el silbido del viento en un bosque de pino de Citalá. Un fotoperiodista y un camarógrafo se acercan con sigilo para conseguir las imágenes.
Marta, una habitante del lugar, los ha guiado hasta ahí para que puedan constatar sus palabras: “Se está talando un bosque de árboles de cientos de años”, dice para luego agregar: “Ahorita han llevado hasta máquinas, porque empezaron cortándolos con motosierras y ahorita han llevado máquinas para poder talar esos árboles, dicen que para sembrar café”.
Ella no entiende cómo sus vecinos en Citalá no se oponen a esa tala, pues el nacimiento del que se abastecen de agua “se está acabando”. Tampoco entiende cómo el MAG otorga permisos, pues el dueño del terreno asegura contar con ellos. Eso ocurre en el cantón Los Planes, caserío El Ocotillo, de Citalá.
En otro punto, conocido como Lagunetas, hay palilleras. “Tienen unas máquinas de hacer palillos a la mera orilla de la calle y, lo que hemos descubierto, es que le meten fuego a los ocotales para que los pinos se quemen y, así verdes, ya quemados, los van a volar”. Quienes se oponen a la tala sospechan que los permisos son otorgados a cambio de dinero, pero el MAGasegura no cobrar por otorgarlos. “Eso no lo creo yo. Siempre cobran, siempre cobra”, insiste Marta.