Nació en República de Albania, el 26 de agosto de 1910, en el seno de una familia económicamente modesta. Su nombre real era Agnes Gonxha Bojaxhiu, quien desde muy temprana edad mostró su interés por convertirse en misionera católica.
A los 18 años de edad, ingresó al Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux).
En 1929 viajó a India, donde tras profesar sus primeros votos, en 1931, fue destinada a la comunidad de Loreto Entally, en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa.
Ella contó que en 1946, mediante visiones, Jesús le reveló su dolor por el olvido de los pobres y el deseo de ser amado por ellos y le pidió que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres.
Aquél mismo año comenzó a visitar los barrios pobres de Calcuta, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba tendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Cada día salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Así fue el comienzo de la más grande obra de amor que una mujer haya fundado en este mundo.
Su sacrificio y entrega al servicio de los más desvalidos y olvidados del mundo le valió para que en 2003 el Papa Juan Pablo II la proclamara beata. Su canonización será el próximo 4 de septiembre.
Visita El Salvador
Incansable en la propagación de su ministerio, la Madre Teresa llegó a El Salvador el 4 de julio de 1988, en una visita de tres días. Su misión fue fundar una casa de caridad de la congregación en San Marcos, al sur de la capital.
También aprovechó para compartir una homilía con el entonces arzobispo de San Salvador, monseñor Arturo Rivera Damas, así como para visitar el hospital de enfermos de cáncer, Divina Providencia y la casa de monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Rezó el Santo Rosario en la iglesia San José de la Montaña, para pedir por la paz en El Salvador. Luego continuó su gira por Centro América.
Frases
“Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él”.
“El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”.