USULUTÁN. Bajo la mirada devota de miles de feligreses, la iglesia católica celebró ayer, la llegada del nuevo Obispo de la Diócesis de Santiago de María.
Monseñor Willian Ernesto Iraheta Rivera, fue nombrado como nuevo Obispo, en enero del presente año por el Papa Francisco, tras recibir la renuncia de Monseñor Orlando Cabrera, que estuvo a cargo de la referida Diócesis por 32 años.
La ordenación, la realizaron los jerarcas de la iglesia católica del país, ayer en el parque central de Santiago de María, entre ellos el Nuncio Apostólico, Monseñor León Kalenga, Obispos de otras Diócesis, y Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador.
Las actividades comenzaron desde las 8:00 de la mañana con una procesión por las calles santiagueñas, luego un pequeño acto en el centro del parque, hasta llegar a la parte solemne del evento, donde Monseñor Cabrera ordenó a su sucesor.
Comenzaron leyendo la carta que el Pontífice extendió el cuatro de enero, donde nombró nuevo Obispo a Monseñor Iraheta, en la misiva además lo exhortó y lo comprometió a que trabajara por la iglesia en la referida comunidad que le fue asignada.
“Te nombramos Obispo de la Diócesis de Santiago de María, con todos los derechos y obligaciones; sin embargo previamente harás la profesión de fe católica y harás pública, según el derecho, la fidelidad a nosotros y nuestros sucesores, según los sagrados cánones”, decía parte de la misiva extendida por el Papa Francisco.
Monseñor Cabrera, se dirigió por última vez a su diócesis recordando que “nuestro hermano, al que vamos a tener el honor de nombrarlo Obispo, tiene que tener presente que debe trabajar por el reino de Dios, pero en comunión con el santo padre”.
Sostuvo que se fue contento de la Diócesis, porque siempre fue abierto al diálogo. Mencionó también que la iglesia debe tomar un mayor liderazgo en la situación de violencia que vive el país, de la que según el religioso, solo saldrá adelante si trabaja unido todo el pueblo salvadoreño.
“Me he sentido feliz en esta Diócesis, porque me he sentido querido por mucha gente”, cerró diciendo Monseñor Cabrera.
Posterior a ello, los obispos junto al ordenado hicieron un ritual en el que el nuevo Obispo se comprometía con la iglesia y aceptada sus nuevas obligaciones como líder diocesano.
Los obispos oraron de espaldas al público católico que presenciaba con mucho fervor como Monseñor Iraheta, boca abajo sobre una alfombra roja, hacía su profecía de fe ante los santiagueños.
Luego todos los Obispos salvadoreños impusieron sus manos sobre el nuevo líder y Monseñor Cabrera hizo público al nuevo ordenado con la imposición de la mitra y anillo pastoral.
Desde todo el país
Los católicos que llegaron no sólo del departamento usuluteco; sino de todo el país, recibieron con aplausos y pólvora la llegada del nuevo líder católico en Usulután.
Monseñor Iraheta, sostuvo que guiar una Diócesis tan importante, es una gran responsabilidad que asume con mucha seriedad.
“Pedimos a Dios que nos dé el don de sacar adelante esta Diócesis, por ahora comenzare a conocer bien la Diócesis y luego veremos lo que Dios nos pida hacer”.
Explicó que ya ha recibido concejos de su sucesor, pero sobre todo que aprenda a escuchar.
Monseñor Iraheta, aseguró que es un enorme reto el que tiene que superar, pues va a liderar una iglesia que está rodeada de violencia, pues el departamento usuluteco, es el considerado más violento de la zona oriental.
“Tenemos que evangelizar para cambiar esta situación de violencia, no hay otra manera, porque deben encontrarse con Dios, sino no se pueden dar cambios”, indicó el religioso.
Iraheta es el quinto Obispo ordenado en la Diócesis de Santiago de María, un religioso con 17 años de experiencia en la iglesia.
Ana Julia Posada, una feligrés, llegó desde Ciudad Barrios para presenciar, el importante acto católico y dijo que “recibimos con regocijo al nuevo Obispo, tenemos fe que ha llegado en un momento adecuado, pues la iglesia requiere de nuevas fuerzas y de renovación”.
Agradeció todos los años de esfuerzo a Monseñor Cabrera, del que aseguró que ya dio su energía a la iglesia.