Mucha ignorancia y mucha mala intención

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24 marzo 2013

Me sigue sorprendiendo tanta ignorancia. Dirán ustedes que me estoy obsesionando con ello, porque éste sería, en poco tiempo, el tercer artículo sobre este tema. Y es que la facilidad que los medios de comunicación están dando a cualquiera para expresar opiniones y la poca autocrítica que tienen tantos, hace que ante cualquier asunto de cierta importancia --ahora, por ejemplo, ante el nuevo papa-- uno oye o lee cosas sorprendentes.

Hay una ignorancia buena de la gente sensata. Por ejemplo la de la hermana del papa cuando le preguntaron que cuál iba a ser la línea que éste iba a tener. Con una sonrisa, su hermana dijo, sabiamente, lo que tenía que decir: que no lo sabía.

Hay muchos con mentalidad malamente clerical que piensan que el nuevo papa tiene que acabar con la pobreza en el mundo. La Iglesia Católica es la entidad con mayores instituciones, personal, dinero y esfuerzos en labores asistenciales a los enfermos, los pobres, los débiles, los abandonados. Pero no es el papa ni la Iglesia los que tienen que acabar con la pobreza en el mundo, sino los poderes civiles. La misión fundamental de la Iglesia es evangelizar, sacando a pobres y ricos de la ignorancia moral y religiosa.

Hay quienes se sorprenden porque el papa sea "católico", opuesto al aborto, al mal llamado "matrimonio" homosexual y al sacerdocio de mujeres. Remito sobre ese catolicismo del papa a un artículo del doctor Jaime Vierna en mi blog alicantoymaradentro. Ignoran sobre el sacerdocio femenino que ya Juan Pablo II publicó un documento explicando que no tenía poder para que las mujeres fueran sacerdotes. No entienden que los papas no son tiranos que puedan hacer lo que les dé la gana, sino cristianos que tienen que obedecer, guardando y transmitiendo, fielmente, el depósito de la fe, los mandatos que Jesucristo entregó a los apóstoles. Son servidores de los siervos de Dios.

Todavía sigue saliendo en los periódicos que el papa Francisco debe arreglar lo de los curas pedófilos. ¿Ignorancia o mala fe? Eso lo comenzó atacando el cardenal Ratzinger y lo terminó, ya electo como Benedicto XVI, con una política de cero tolerancia, expulsión de los pedófilos y entrega de los mismos a los tribunales civiles. Los que insisten en hablar o escribir sobre este asunto terminado pretenden ignorar también que el abuso sexual de menores es un mal terriblemente mucho más extendido en la sociedad civil de Europa y de EE.UU., que entre los eclesiásticos. Sobre eso se guarda un hipócrita silencio y no se reprime con la energía con que lo ha hecho la Iglesia.

El escritor Mario Vargas Llosa, con la ligereza e injusticia que le caracteriza cuando habla de la Iglesia Católica, dice que el problema de la pederastia surgió "de la intolerancia al sexo" patrocinada por la cúpula católica. (¡!) Y más o menos en esa línea son muchos los ignorantes o mal intencionados que sostienen que el celibato es algo anormal que inclinaría a la pedofilia. Por lo tanto los sacerdotes deberían casarse y asunto concluido. Como si los pastores casados de otros cristianismos y los rabinos judíos fueran inmunes a ese pecado. Además basta hojear los periódicos nacionales para ver como los que violan niños y adolescentes en nuestro país no son gente célibe, ni religiosos, sino parientes de las víctimas: tíos, padrastros, e incluso padres que abusan sexualmente de sus hijos, sean varones o hembras.

Vargas Llosa debería saber que para la Iglesia Católica la unión sexual de un hombre y una mujer unidos en matrimonio, no es ni un pecado, ni una bajeza tolerada, sino un acto santo y santificable que refuerza y perfecciona su amor mutuo, también en sus dimensiones psicológicas y espirituales. La Iglesia pone el sexo donde debe estar, en el matrimonio, donde es beneficioso para los individuos y para toda la sociedad. Ninguna otra institución en el mundo ha dignificado tanto lo sexual.

*Dr. en Medicina.

Columnista de El Diario de Hoy.

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