El analista Dagoberto Gutiérrez calificó al régimen de excepción de ser una "medida de guerra que se da cuando los estados están amenazados" y afirmó que es propia de gobiernos débiles.
"La masacre de Opico tiene que ver con una pérdida de control de parte del Estado. Las pandillas han hecho saber que para circular y trabajar en el territorio se necesita su aval", agregó.
Pese a esto, Gutiérrez dijo que un Estado de excepción no ataca la raíz del problema y afirmó que solo se trata de una medida conservadora.
El analista Benjamín Cuéllar avaló lo dicho por Gutiérrez y calificó los eventos recientes como "estado decepción", por la pérdida absoluta de autoridad de las instituciones en el terreno.
Cuéllar señaló que "los estados de excepción focalizados van a conseguir un efecto de fumigación: Eliminaría a algunos y el resto se van a otro lado".
Por su parte, Héctor Hernández Turcios comparó la situación actual con el conflicto armado, el cual afirmó que no ha terminado en el país.
Además, dijo que un Estado de excepción tendrá poco impacto. "Hay que preguntarle a guerrilleros puros si a ellos le importó alguna vez el estado de sitio", reflexionó.
A juicio de los analistas, un agravante del conflicto actual es que el Estado está quebrado y debilitado, mientras las pandillas siguen evolucionando en sus formas de hacer negocios.
"Lastimosamente, las medidas de excepción no afectarán a los criminales sino a todos los ciudadanos. A las pandillas no les afectara tanto porque están en guerra y no se mueven en el camino de la legalidad", lamentó Dagoberto Gutiérrez.