De fanáticos y pseudofanáticos

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14 febrero 2013

El fanático químicamente puro es raro sostiene un psiquiatra, y es una persona que ha hecho una especie de juramento de honor para luchar por una causa imaginaria o real. Es un convencido de sus motivaciones y le preocupa alcanzar sus objetivos a cualquier precio. No muy brillante, más bien de bajo perfil, paciente y frío en la ejecución de las tareas que le encomiendan.

Es el caso de los terroristas suicidas en el Medio Oriente, los musulmanes que atentaron contra las Torres Gemelas de New York y los miembros de sectas que se suicidan en masa.

Son cerrados a las posiciones intermedias, todo lo ven en "blanco y negro", no aceptan la derrota a menos que un superior lo ordene. Dejan de ser individuos porque otros piensan por ellos, tampoco tienen capacidad para aceptar responsabilidades que no les han sido ordenadas.

En el mundillo criollo los que más abundan son los pseudofanáticos que aparentan seguir fielmente, a veces con teatral lealtad, una determinada forma de pensar. Se les reconoce porque no son coherentes entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen. En ese sentido se declaran por ejemplo constitucionalistas de hueso colorado, pero cuando una resolución no les conviene con facilidad caen en el desacato.

La carencia de una posición ideológica definida les permite cambiar de agrupación política sin remordimientos como si fueran futbolistas. Consumados defensores de la "cherocracia" y partidocracia.

Pertenecen a esta clasificación los que en el pasado censuraban al gobierno pero cuando ellos alcanzaron el poder se dedicaron hacer lo mismo que los funcionarios que antes criticaban. De pronto se les despertó el amor por el arte, las comidas suntuosas de hoteles cinco estrellas, las corbatas de seda, los licores importados, las caravanas ostentosas y el olfato para los negocios lucrativos.

Su consigna es aprovechar la ocasión, sacar el máximo provecho posible de las circunstancias, talvez porque saben que no tendrán otra oportunidad; algunos alardean, bulliciosos y exhibicionistas y ante los micrófonos se la pasan más defendiéndose que informando.

Parodiando lo que se dice entre alcohólicos, se asegura que no hay pseudofanático tonto, en efecto si un superior les pide se pongan un cinturón de explosivos y que ofrenden su vida por la causa seguramente le responderán: "No joda mi jefe, pídame participar en cualquier marcha callejera pero no me pida esto, bien sabe que tengo familia y muchos compromisos".

Ninguno aceptaría que la "Selecta" tiene potencial para ganar al Barcelona, aunque no faltaría el extremista que jure que los salvadoreños podrían jugar mejor que Messí si se les da la oportunidad.

Durante la "guerra fría" del siglo pasado los rusos inventaron el "brain washing" usando la hipnosis, electroshocks y otras técnicas con el propósito de "reeducar" y hacer cambiar el modo de pensar de personas que después podrían utilizar, haciéndoles creer que el "imperialismo yanqui" es el culpable de todos los problemas sociales y que la única solución para los anteriores es el socialismo marxista.

En otras palabras montaron una fábrica de fanáticos convencidos que utilizaron en ciertos países, se dice que algunos sobreviven en Corea del Norte, Cuba y América Latina. Se les reconoce por su fundamentalismo a ultranza, fe ciega en modelos paleolíticos y por la irrealidad de sus enfoques.

*Dr. en Medicina. Colaborador de El Diario de Hoy.