Tom Wainwright: Cárteles de drogas están en proceso de convertirse en negocios

El negocio de la droga es uno de los más lucrativos del mundo con unas ganancias anuales de aproximadamente 300 mil millones de dólares

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Tom Wainwright

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07 March 2016

El Instituto Cato, uno de los tanques de pensamientos más prestigiosos de Washington, organizó un evento en el que Tom Wainwright, editor de Gran Bretaña para la revista The Economist y antiguo corresponsal para México y Centroamérica, presentó su nuevo libro Narconomics: How to run a drug cartel (Narcoeconomía: Como manejar un cártel de la droga). 

En el debate también participaron como moderador Juan Carlos Hidalgo, analista de políticas públicas del Instituto Cato, y como ponente Moisés Naím, renombrado escritor venezolano y miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace, quienes coinciden en que la guerra contra las drogas ha fallado y buscan darle un nuevo enfoque al problema. 

Narconomics: How to run a drug cartel
La investigación de Tom Wainwright lo llevó desde las selvas de Bolivia, pasando por las cárceles salvadoreñas y las calles mexicanas, hasta las tiendas de marihuana en Colorado. Su conclusión tras años de recopilar datos fue la siguiente: “Los cárteles de las drogas están más cerca de comportarse como negocios de lo que creemos”. 

     Al llegar a México en el 2010, el periodista de The Economist creyó que iba a escribir sobre negocios tradicionales como el del petróleo, pero era la época de la guerra contra las drogas de Felipe Calderón y el narcotráfico era el tema que le interesaba a los lectores de The Economist. 

Sin embargo, para su sorpresa, el mundo de las drogas y el de los negocios tienen muchas similitudes. 

    Uno de los primeros descubrimientos de Wainwright fue que las autoridades calculan de forma errónea el impacto económico que tienen los decomisos de droga para los cárteles. 

   Las autoridades calculan el precio de un cargamento de droga en base al precio de un gramo de esa droga en los Estados Unidos. Lo cual es similar a calcular el precio de una vaca en Argentina en base al precio de un pedazo de carne en Washington DC, lo cual resultaría en un precio ridículamente alto para la vaca.

    Para ilustrar este error, el periodista cuenta el caso de un decomiso de cientos de toneladas de marihuana que la policía hizo en México hace un par de años.  Los medios presumían que ese decomiso le había costado al cartel 500 millones de dólares, el cálculo se hizo en base al precio de la marihuana en Estados Unidos (aproximadamente 5 dólares por gramo), pero se debió haber calculado según el precio del gramo en México (8 centavos por gramos) y se habrían dado cuenta de que la perdida económica real del cártel fue de 10 millones de dólares.

    Tras esto, Wainwright se dio cuenta de que, si las medidas en contra de los cárteles de droga son 98% menos efectivas de lo que creemos, debemos estar cometiendo muchos más errores en la lucha contra las drogas. Por tanto, hay que hacer un cambio de enfoque.

   El periodista graduado de Oxford explica en el libro que los cárteles de la droga son más parecidos a los negocios de lo que creemos. Por ejemplo, los cárteles franquician su marca, están muy preocupados por el tema de las relaciones públicas y les interesa mucho el comercio electrónico. 

¿Está siendo efectiva la guerra contra las drogas?  

La idea detrás de la guerra contra las drogas es simple: al reducir la oferta de drogas y si la demanda permanece, entonces el precio debería subir.

 Pero en el mundo de la droga, y especialmente en el de la cocaína, el precio de la cocaína apenas ha subido en las últimas décadas y eso que las autoridades han sido exitosas en erradicar hojas de cocaína en Colombia, Perú y Bolivia. 

 ¿Por qué sucede esto? Wainwright explica este fenómeno con el “efecto Walmart”. La empresa estadounidense ha sido acusada de tener el monopolio de la compra de algunos productos en los mercados que domina y esto le permite fijar el precio y algo similar hacen los cárteles de la droga. 

   Al ser los únicos compradores de hojas de cocaína en muchas zonas de América Latina, son ellos los que fijan el precio de la hoja y no los agricultores. Por tanto, la destrucción de las hojas de cocaína afecta principalmente a los agricultores y no a los cárteles ni a los consumidores.  

    Además, aunque se lograra subir el precio de la hoja de cocaína  al doble, esto tendría un efecto minúsculo en el precio final de la cocaína en EstadosUnidos. Wainwright comenta que para preparar un kilo de cocaína se necesita aproximadamente una tonelada de hojas frescas de cocaína. En Colombia, la tonelada de hojas vale aproximadamente 400 dólares y el kilo de cocaína pura en Estados Unidos llegar a valer $150 mil dólares. 

   Esto significa que, aunque logres doblar el precio de la hoja en Colombia, el precio final del kilo de cocaína pasaría de 150 mil dólares a 150 mil 400 dólares, o, en otra media, subiría 40 centavos de dólar por gramo, lo cual no disuadiría a clientes.

Tras una entrevista con el famoso pandillero salvadoreño Carlos Ernesto Mojica Lechuga, “el Viejo Lin”, el periodista se dio cuenta que las cárceles les facilitan el trabajo a las organizaciones criminales para reclutar personas y esto hace que en América Latina, cualquier error de un criminal se paga con la muerte porque es muy fácil conseguir un remplazo, en cambio en Europa, un reciente estudio demuestra que los errores de criminales no se pagan con la muerte porque es muy difícil remplazarlos y esto hace que las sociedades sean menos violentas. 

La visión de Moisés Naím

Moisés Naím coincide con los errores en la guerra contra las drogas denunciados por Wainwright y le da la bienvenida a nuevas visiones al debate sobre las drogas: “El debate sobre las drogas ha estado dominado por agentes de la ley, doctores y abogados. Sin embargo, recientemente le hemos dados la bienvenida a The Economist a la conversación. “La revista está formada por personas que piensan que estos son mercados y deberíamos utilizar algunas de las herramientas que usamos para entender los mercados en tratar de hacer un mejor trabajo en resolver este problema”, consideró.

Naím cuenta que los cárteles, al igual que muchas empresas, están muy preocupados por cuestiones como la responsabilidad social empresarial y eso hace que financien proyectos sociales en las comunidades en las que operan para ganarse la simpatía del pueblo. Además, al igual que las empresas que apoyan en mercados altamente regulados, los cárteles de la droga intentan influir en las políticas públicas de sus países por medio del Lobbying y, en muchos casos, los sobornos a funcionarios. 

El autor de Illicit (Ilícito), otro libro sobre el tema de las drogas, cree que la presencia del dinero del narcotráfico en las elecciones y en la política tiene más consecuencias que el daño que las drogas hacen a los consumidores y la fallida guerra contra las drogas es responsable del declive de las democracias en muchos países. 

El cambio de opinión tras abandonar el cargo público 
Una de las preguntas del público a los expositores fue: ¿por qué los funcionarios públicos cambian su postura sobre las drogas al abandonar el cargo público? Wainwright cree que esto está cambiando y estamos viendo más funcionarios hablar a favor de la legalización, tales como Juan Manuel Santos. Sin embargo, aún hay muchas penalidades por hablar a favor de legalización, pero estas están decayendo gracias a que incluso Estados Unidos está experimentando con legalizar la marihuana en cuatro estados. 

Naím coincide con Wainwright y afirma que “la prohibición de fumar marihuana tuvo como consecuencia la prohibición de pensar sobre el tema de las drogas” y se creó una cultura que decía que “si no estabas a favor de la prohibición entonces debías estar a favor de la total legalización y esto significaba que habías sido comprado por los narcotraficantes”. 

Moisés Naím cree que  “se necesita crear y explorar un espacio intermedio entre la total prohibición y legalización de las drogas” porque, tal como le han dicho muchos políticos estadunidenses, la guerra contra las drogas está fallando y ha llegado el momento de buscar nuevas alternativas.