Repunte de homicidios en el área de la matanza

Desde el último semestre de 2015, en Joya de Cerén y Agua Escondida se ha registrado un alza de asesinatos. 

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Dos promotores de salud fueron ultimados el  23 de febrero en el mismo cantón de la masacre de ayer.

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03 March 2016

En el departamento de La Libertad, específicamente en la zona de San Juan Opico, donde ayer mataron a ocho trabajadores que colocaban postes del tendido eléctrico y a tres lugareños, por ser  testigos de la matanza, el número de asesinatos ha incrementado en los últimos meses.

De acuerdo con la Policía, los cantones Chanmico, Joya de Cerén y Agua Escondida, donde últimamente ha habido un repunte de crímenes, son lugares controlados por una clica de la MS-13.

Residentes de la zona aseguran que en el sector circulan al menos unos 20 pandilleros que se supone portan armas largas y se dedican a extorsionar a pequeños comerciantes.

En estos lugares, desde el último semestre de 2015 se han registrado numerosos homicidios, incluyendo el de un agente antinarcóticos que fue asesinado a mediados de  agosto del año anterior, en el cantón Joya de Cerén.

En ese mismo lugar, el pasado 23 de febrero, miembros de la MS-13 acribillaron a dos promotores de salud porque sospecharon que habían denunciado la presencia de mareros, a raíz de lo cual se suscitó un enfrentamiento en el que murió un delincuente.

Los promotores estaban en la sala de su casa, rodeados de sus nietos, recién habían regresado  de sus labores como promotores, cuando de repente, tres hombres armados entraron y los acribillaron.

Ana del Carmen Díaz, de 59, y su esposo, José Santos Marroquín Mejía, de 57, tenían muchos años de trabajar como promotores de salud en el cantón Joya de Cerén, municipio de San Juan Opico.

El doble crimen fue cometido  en la  colonia El Progreso, a pocas cuadras de un puesto de soldados y también del puesto policial.

Testigos del crimen afirman que un grupo de cinco hombres salieron de un predio baldío; tres hijos adultos de la pareja de promotores, y un adolescente, que estaban en la calle, fueron obligados a tenderse boca abajo.

Tres de los delincuentes entraron a cometer el asesinato y dos más se quedaron en la calle,  haciendo vigilancia y sometiendo a los adultos.

Dos días después,  Santos de Jesús Sosa Rojas, de 52 años, fue ultimado a balazos a unos dos kilómetros de su vivienda, en el caserío La Isla, del cantón Agua Escondida, en San Juan Opico. El mismo cantón donde ayer ultimaron a los once trabajadores.

El comerciante de verduras fue interceptado en la calle principal del cantón, cuando manejaba un pick up en el que llevaba pipianes y sandías, que se disponía a  vender en el mercado del municipio.

El cadáver de Sosa fue encontrado a pocos metros del vehículo, por lo que se presume que los delincuentes lo obligaron a que se bajara, lo despojaron de sus pertenencias y después lo mataron.

Fuentes policiales informaron que el señor viajaba con otros dos hombres, quienes presuntamente eran sus ayudantes, ellos lograron escapar de la escena.

El comerciante habitó toda su vida en la zona y siempre se dedicó al cultivo de hortalizas  para sostener a su familia.

 Una semana antes, en ese mismo lugar desaparecieron tres cortadores de caña que no han sido encontrados.