Los programas sociales

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23 febrero 2013

¿Cuál es el beneficio que han traído al país los programas sociales, destinados a mejorar la calidad de vida de la población, en las ramas de salud, vivienda y educación, sobre los que tanto han alardeado el presidente y sus ministros? Porque los millones de dólares en ellos invertidos, luego de más de tres años de gobierno, deberían presentar resultados evidentes y medibles, más allá del propósito de conseguir votos.

Grandes campos pagados, firmados por miembros de pequeñas cooperativas de cafetaleros, agradeciendo el empeño y el apoyo que el gobierno ha dado al cultivo del café, descuidado por gobiernos anteriores, cuando es evidente la poca atención prestada al severísimo problema de la roya, y la ridícula cantidad destinada para combatirla, comparada con las cifras de otros países de la región. Y que a los sufridos viveristas que proveyeron las plantitas a mediados del año pasado, aún no se les ha pagado.

El gran programa Casa para Todos, que construiría 25,000, únicamente ha logrado 3 mil, con gran ceremonia de entrega de títulos de propiedad. A un año de estrenadas las viviendas, los habitantes de Nuevo Belén en San Miguel, y en Mejicanos, lamentan que no les permitieron ver las casas hasta haber firmado las escrituras, y obligados a pagar cuotas de más de $90, hoy tienen techos destrozados que se llueven, paredes rajadas, tuberías tapadas, y están viviendo en verdaderas ruinas, sintiéndose engañados en su buena fe.

Siguen las protestas de los médicos de los hospitales nacionales, ante los promontorios de ropa sucia, la falta de medicamentos, hasta los más indispensables, y la angustia de los pacientes de tener que comprar ellos mismos los insumos necesarios para operaciones y tratamientos. Y como la reforma de salud, es uno de los grandes éxitos del gobierno del cambio, la ministra se indigna y asegura que no hay desabastecimiento, y que las protestas van destinadas a desestabilizar al gobierno, desoyendo el clamor de los pacientes.

Pero el engaño mayor ha sido el desperdicio de $400 millones, en útiles, zapatos y uniformes a los escolares, alimentos y el vaso de leche, pues las alabanzas de las autoridades del MINED, se ven opacadas por las protestas de padres, proveedores y profesores. Los maestros se quejan de retraso en su trabajo docente, por atender a proveedores, tomar medidas, etc.

Los proveedores lamentan que muchos directores, en la desesperación causada por la increíble decisión del ministerio de recortarles el ya exiguo presupuesto, están pidiendo donaciones de libros, equipamiento de aulas y reparación de infraestructura, para beneficiarlos con los contratos. Pero una reforma a la ley de la carrera docente, busca prohibir a los maestros expresar sus quejas sobre la desastrosa situación de sus escuelas.

Los padres de familia se ven obligados a cocinar los alimentos, pero aportando dinero en efectivo para comprar aceite, gas y los ingredientes necesarios para condimentar el arroz y los frijoles. ¿Dónde está la ayuda? Es únicamente una práctica demagógica y populista, que engaña a los incautos, que no han comprendido que se trata únicamente de una descarada compra de votos.

El país sigue estando rezagado en cuanto a la calidad de la educación, gracias al desperdicio de recursos. ¡Qué diferente sería que los millones empleados en esa propaganda mentirosa, se hubieran dedicado a reconstruir las escuelas, dotando a los alumnos de un ambiente propicio para estudiar! Pero el ministro Hato sigue presumiendo de los beneficios que los programas sociales han prestado a la población, sin entender que el costo ha sido infinitamente superior al beneficio.

* Columnista de El Diario de Hoy.