En defensa del libre mercado

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09 febrero 2013

Ha sido una pésima semana para el libre mercado, que está saliendo mal parado por las… inexactitudes que se han vertido en diferentes "debates". Debate entre comillas, porque no debería llamarse debate a monólogos donde los debatientes sacan argumentos tangenciales para descalificar al oponente y no a su posición. El objetivo de este artículo es la defensa del libre mercado. La ANEP no representa, ni defiende el libre mercado: es una asociación de intereses, y lógicamente, los defiende. ¿O acaso diríamos que las asociaciones de transportistas defienden la libertad de circulación y no sus intereses?

El alcalde de Nuevo Cuscatlán, Nayib Bukele, se refirió al capitalismo como "la ley de la jungla", en su reciente aparición en televisión. Describió un panorama en el que tigres hambrientos (refiriéndose a dueños de centros comerciales o cadenas de restaurantes), hacían su agosto con venados, palabra que usó para referirse a emprendedores que pusieran comercios o pequeños restaurantes, pues eran comidos irremediablemente por los tigres.

Lo anterior no describe al capitalismo, que es el sistema económico en el que por medio de intercambios pacíficos y voluntarios, los individuos hacen uso de su propiedad para generar beneficio propio, teniendo como límite el respeto al derecho ajeno. Para hablar de la metáfora del alcalde, debe asumirse que nadie se volvió tigre con ayuda gubernamental, porque en ese caso el cuento se llama mercantilismo o corporativismo, pero no capitalismo.

El mercantilismo, que tanto daño ha hecho a nuestro país desde años atrás, es una de las cuántas razones por las que deberíamos limitarle el poder al gobierno, para que no lo usen los políticos de turno para favorecer a unos cuantos. También resulta útil en esos casos exigir transparencia, para que la sociedad civil auditora impida chanchullos y decretos a la medida que favorezcan a unos por encima de los demás.

El alcalde describe el capitalismo como un sistema voraz: sin embargo ignora en su metáfora que el verdadero predador en la jungla que describe, es el consumidor. Es el consumidor quien con su dinero, en base a sus preferencias, escoge a quién volverá tigre. Comparar al dueño de una cadena de restaurantes con la dueña de un comedor, también es inexacto, pues no son competencia directa: ¿o acaso no se ajustan los servicios de la emprendedora dueña del comedor a las preferencias y presupuestos de muchos?

Describe bien el alcalde el capitalismo cuando habla de sus negocios: le lleva las pautas al FMLN porque son clientes que pagan y nadie le pone una pistola en la cabeza para aceptar la transacción. Acepta, porque el dinero del Frente es tan verde como el de cualquier otro cliente. Las pautas le generan un beneficio mayor al precio que el alcalde les cobra, y por eso, ambos quedan satisfechos después del intercambio. Eso es exactamente el capitalismo. ¿Deberían limitarle su transacción porque hay boutiques de diseño gráfico --pequeños venados de la publici- dad--, que no tienen la oportunidad de aspirar a tan jugoso negocio? No, porque su empresa y la boutique llenan necesidades diferentes y serán los clientes quienes decidan según sus preferencias, premiar o castigar a uno u al otro.

En un mercado libre donde existan no sólo tigres y venados, sino que además se permita la entrada de liebres, hormigas y pájaros, el consumidor, verdadero rey de la jungla, tendrá más opciones para consumir. Viéndolo desde el otro lado, tendrá más ofertas para emplearse y hacer con los frutos de su trabajo lo que más beneficio le traiga. Pero la verdadera historia del capitalismo, no le gusta ni a políticos ni a mercantilistas porque limita su poder. Por lo tanto, usarán cuanta demagogia y cortinas de humo sean necesarias para taparse con piel de oveja, la cara e intenciones de lobo.

* Lic. en Derecho.

Columnista de El Diario de Hoy.