Madrugones y golpes a la transparencia

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09 febrero 2013

Aún tengo presente la ocasión en que un expresidente de la Corte de Cuentas al que le gustaba trabajar en las sombras, declaró que "ciertamente la ley establece que la información de esta contraloría será pública, pero no dice cuándo…".

De esa manera, el funcionario evadió una obligación clave de la ley y la Corte se caracterizó por ser un organismo cerrado, nada transparente, que eventual y selectivamente revelaba casos, pero cuando a alguien le era conveniente políticamente.

Todavía tengo presente cuando los dirigentes del ahora partido oficial se rasgaban las vestiduras y prometían que cuando tuvieran el poder ya no habría más madrugones y reinaría la transparencia.

Pero lo que vimos en la plenaria ya no del jueves, sino en las primeras horas del viernes, fue otro madrugón con un flechazo artero contra la Ley de Acceso a la Información Pública.

Simplemente le quitaron al Instituto de Acceso a la Información Pública --el motor u órgano ejecutivo cuya integración han venido dilatando-- la facultad de obligar o sancionar a las instituciones del Estado para que revelen datos o documentos públicos.

Es el mismo juego del magistrado contralor tristemente célebre: tener una ley, pero quitarle fuerza a través de subterfugios o retorciendo conceptos.

Pese a que aquél lo acusaban de inescrupuloso, falto de transparencia y prepotente, con el agravante de ser de "derecha", estos otros vienen siendo iguales.

Celebro la abnegación de los miembros de la Asamblea de trabajar hasta tarde por los salvadoreños, pero de madrugada es siempre hacerlo a espaldas del pueblo y dejando abierta la puerta a las dudas.

Además, dejan para el final lo más importante, cuando debería ser al revés. Lo primero es lo primero. "Todo es importante", me dirán. Sí, pero hay asuntos que son vitales para la República que deben discutirse primero y dejar para después u otros días las visitas, la entrega de condecoraciones o los cocteles.

Entre más noche se trabaja, menos capacidad hay de tomar las mejores decisiones, pues imperan el cansancio y la prisa por terminar, además de que ese es el objetivo de quienes obran maliciosamente.

Ahora sólo queda que el Presidente de la República, que ha sido periodista y sabe de la necesidad de que haya transparencia, vete las reformas. Esto disculparía y compensaría el retraso de más de un año que ha tenido en el nombramiento de los comisionados del Instituto de Acceso a la Información.

No entiendo por qué les preocupa que el Instituto tenga dientes, porque precisamente las autoridades deben ser las primeras en querer trabajar de manera abierta. No hacerlo así sólo le genera desconfianza a la población.

El que nada debe, nada teme.

* Editor subjefe de El Diario de Hoy.